A mi hijo: Primero quiero disculparme con usted mi querido amigo lector por tomarme este espacio para escribirle a mi hijo, a su hijo, a nuestros hijos, que son los que vivirán en el futuro las consecuencias de nuestras decisiones de hoy.

Para cuando escribo esto, hijo, nuestra suerte política está echada y no te quiero asustar con ideales de izquierda o de derecha, que es lo que nos han llevado a este estado de consunción política social, nunca pensamos que profesar nuestros ideales sería el sinónimo de caos, corrupción, ataques y mezquindad, que nos tiene subsumidos a escoger lo que menos daño cause a futuro.

Fuimos cobardes, dejamos que la comodidad de nuestro asiento se impregne en nosotros, y el insulto de la red social sea nuestra voz de inconformidad, atrás quedaron las épocas que el político le tenía temor a un pueblo enardecido que defendía su derecho a la verdad, la justicia y el estado de derecho.

Hoy nuestro político promedio baila para sus redes sociales, todos sin excepción, mientras sus propuestas se disfrazan de escándalos y acusaciones de “yo lo puedo hacer mejor”, hablan sin sustento, y nosotros únicamente pasamos a leer divertidos los insultos que reciben, mientras nos siguen tratando como un pueblo ignorante.

Por eso te pido disculpas por lo que te heredamos como sociedad, el fragmento, la histeria, el chisme colectivo que se vuelve verdad, la naturalización de la corrupción, el sosiego del que me importa, perdón por dejar una sociedad en el que el malo es el bueno y el bueno es el tonto, por dejar la cultura de la viveza criolla, la impuntualidad y la falta de palabra, que al final del día se tradujo en la elección errónea de nuestros ídolos de barro, y estas malas elecciones definieron el futuro irascible que supongo hoy nos increparás.

Pero si algo te puedo decir en este presente, es que no reniegues de nuestros errores, aprende de ellos, la fe en la humanidad no se puede perder, enciende el fuego de tu alma con el espíritu combativo. ¡Lee, por favor, lee!, eso nulita la posibilidad de creer en lo que te digan; para el poder no existe nada más peligroso que un lector.

No te acomodes en el estigma de un país polarizado, ya nuestro presente esta empañado, ensangrentado, y desgastado, pero aún existe una facción de la sociedad que busca empatizar con la necesidad ajena, que aún desafía el discurso político de la panacea de un país en ruinas.

Finalmente, cuando estés en el futuro espero de corazón que nuestros errores hayan sido las bases donde se construyeron mejores días, que nuestras elecciones sean el recuerdo de lo que pasa cuando nos subsumimos a la desidia, que nuestros dolores sean el aprendizaje de lo que no puede volver a ocurrir, que nuestra ceguera sea la luz que iluminó lo maravilloso de este país cuando se cae la venda de la verdad virtual y se asiente la realidad. Espero que el futuro sea mejor que un presente desilusionado.

Con cariño un papá que se niega a perder tu futuro. (O)