Antes de la jornada electoral todo es teoría, hipótesis, reportajes o encuestas (más o menos falibles), así como los egos de los candidatos que se creen inexorables y la de los opinólogos que creen tener todas las respuestas. Los resultados son realismo puro y nos permiten esbozar algunas ideas. Primero, y por primera vez desde el retorno a la democracia, una primera vuelta expresa la existencia de dos maneras muy distintas de concebir al Ecuador. ¿Son estas dos versiones irreconciliables? No deberían ser, aunque de lado y lado, en su reduccionismo y maniqueísmo, los dos bandos que pasaron al balotaje incrementan la división, el odio y la intolerancia. Estos son bandos que, para subsistir, se alimentan de ese antagonismo, al que tratan de anclar en supuestas identidades para que en lugar de una contienda por ideas, este sea un conflicto entre personas: vencer al otro para someterlo.