Sobre el proyecto de Ley de Protección Animal que actualmente se debate en una comisión de la Asamblea, tengo que decir lo siguiente:

Ante rechazo se pide más tiempo para tramitar proyecto: ‘No se trata de fomentar el veganismo ni eliminar sectores productivos, sino de proteger a los animales silvestres’

Como animalista puedo notar que hay exageraciones muy graves en dicho proyecto, que se originó con una decisión de la Corte Constitucional, con mayoría de votos, a propósito de la mona Estrellita, que se encontraba en cautiverio por aproximadamente 18 años, en la ciudad de Ambato; y, fue incautada por la autoridad ambiental, llevada a un lugar adecuado, donde murió después de dos meses, originando una serie de juicios.

Estas son las 34 prohibiciones que constan en proyecto de ley que plantea no exhibir animales crudos y cocinados

La Corte Constitucional fundamentalmente resolvió que se debe evitar la domesticación y la “humanización” de animales silvestres, como los monos que son vestidos como personas y cosas así, lo que es muy correcto. Y ordenó al defensor del Pueblo preparar un proyecto de ley de defensa de los animales para que lo remitiera a la Asamblea. Ese documento se discute y preocupa por su extremismo, ya que se aleja de la intención de la sentencia.

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De dónde salió proyecto de ley que plantea prohibir que negocios exhiban chancho, pollo o cuy para consumo

Como, por ejemplo, prohibir la pesca deportiva, “para evitar un dolor innecesario a los animales”. En Ecuador hay miles de botes y yates de pesca deportiva, y otras decenas de clubes de pesca en la Costa, Sierra y Amazonía. En dichos botes y yates laboran miles de personas, marineros, o en mantenimiento, pintura, y como empleados de los clubes, además de proveedores que, de darse paso a dicha ley, se quedarían sin sus fuentes de trabajo. Los seres humanos sufrirían también un dolor innecesario. Ya tenemos en existencia un Código Ambiental, que preserva en amplitud el bienestar animal, por lo tanto debería rechazarse esa ley. (O)

Jennifer Demera Vargas, abogada, Guayaquil