Un pensamiento del recordado Elvis Presley dice: “Los animales no odian y se supone que debemos estar mejor que ellos”.

Roberto Carlos, en una de sus canciones expresa: “Quisiera ser civilizado como los animales”.

Si los pájaros, los peces..., conviven armoniosamente en sus espacios de libertad, ¿por qué nosotros, las personas, vivimos en una convulsión de terror, violencia? La paz es un derecho humano fundamental. Hoy, como nunca antes, es preciso recuperar los estados de confianza, de buena vecindad, de tranquilidad, para pensar bien y superar la complejidad de esta barbarie. No debe avanzar este ‘monstruo’, pues luego nadie será capaz de controlarlo. Es la desmedida y enfermiza ambición del poder político y económico con sus satánicas estrategias divisionistas de odio y disputas, que ha desencadenado este gravísimo problema social.

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“Hay que apurarse a hacer el bien porque el mal no descansa”, dijo Juan Pablo II (papa, del 16/ octubre/ 1978 al 2/ abril/ 2005). Su santidad Francisco (el papa en la actualidad de la Iglesia católica) indica que “las armas de la paz son el encuentro, el diálogo, la acogida” y anima a los jóvenes a utilizarlas.

Los que roban, secuestran, matan..., deben pensar que tienen a sus familias angustiadas porque son buscados, señalados y finalmente serán sacrificados entre ellos mismos al disputarse en pandillas los territorios del terror. Existe violencia, asesinatos. Debemos pagar en dolor, el derecho a vivir.

Los creyentes en Dios tenemos certeza de que esto pasará; su poder fortalece nuestra alianza espiritual de paz y armonía. Venceremos esta dura prueba de tensión, odios, de los problemas climáticos, de salud y escasez. Soltar lo malo y avanzar con lo bueno. Sucederá algo providencial, es nuestra esperanza mayor. (O)

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Fernando Héctor Naranjo Villacís, periodista, Guayaquil