El primer día de la creación, dijo Dios: “Sea la luz, y fue la luz. Y vio Dios que la luz era buena y apartó Dios la luz de las tinieblas”. Para mayor seguridad, al cuarto día creó la lumbrera mayor (el sol) para que señorease en el día.

Apagones en Ecuador: un golpe a la educación

Sin embargo, aquí en suelo patrio, los iluminados personajes beneficiarios de latisueldos de las empresas eléctricas y de Celec nos tienen atrapados, racionados y tropezando a cada instante con los obstáculos de una oscuridad eterna.

El común de los sufridores se debe acostumbrar al baño en agua helada, a tomar sopa fría, a comer sin calentar, un arroz con huevo, a saborear un café negro a temperatura ambiente, y de postre, un helado derretido.

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Ecuador en off

Se acabaron los tiempos en que podía ver la televisión a la hora que quiera, encender la radio, solo será posible si tiene pilas e ir al cine será una aventura imposible. Vivimos tiempos de computadoras sin internet, celulares sin wifi y tabletas a medio morir, sin conexión.

Con todo a media luz, en su casa podrá conversar con personajes etéreos, platicar con nada más que sombras. De su boca saldrán palabras que se evaporarán en caliginosa bruma o en la penumbra vaga de una pequeña alcoba. Habrá monólogos en medio de la oscuridad reinante, con ideas ennegrecidas por el enojo de no tener luz que ilumine su aciaga vida.

Apagones: verdadera causa

Si decide salir, deberá cruzar corriendo las calles, para salvarse de los conductores apurados. Mil pitazos, gritos e insultos nacidos de bocas cascarrabias de motorizados que no pueden vivir civilizadamente sin el rojo, amarillo y verde que colorea las calles. Vivirá la emoción del “sálvese quien pueda” si no hay un policía dirigiendo el estrepitoso tráfico.

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En la mañana el comercio estará abierto y contaminado por el rugir de los motores, en ambiente opaco y nebuloso, cargado de enlutadas esperanzas y entristecido por la ausencia de compradores. Entrada la tarde, todo estará cerrado y apagado, mate, lóbrego y entenebrecido. Son los barrios atrapados por la negritud oscura de la noche. El último en salir que apague, mejor dicho: que deje cerrando la puerta con llave. (O)

Gustavo Vela Ycaza, Quito