Sea de nacimiento o sea por adopción, por nacionalización, por circunstancias especiales o simplemente por conveniencia, el país acogedor merece respeto total. Ese mismo respeto lo merecen todos los connacionales, sea cual fuere su condición para considerarse tales. Si el país y su pueblo merecen respeto, ¿por qué no debería ser igual con sus símbolos patrios?

Basta de irrespeto al país y sus símbolos

Dentro de la normativa vigente para el uso del Himno Nacional se determina la prohibición expresa de cantarlo “de forma estridente o en tono de burla”, constituyéndose este acto en “una falta muy grave” que recibe sanción. Para unos juristas es suficiente una disculpa pública, para otros pueden establecerse penas de prisión y multas, y entre quienes forman parte de organizaciones puntuales hay voces que llegan hasta pedir la “expulsión del país” cuando se trata de ciudadanos nacidos en otras naciones y que los han irrespetados.

El himno y nosotros

Sigue cometiéndose el gravísimo error de creer que la libertad de expresión lo permite todo. Pero no, no es así, porque no existe la libertad infinita, ni en los regímenes con la máxima puntuación de libertades existe esa posibilidad y la convivencia humana requiere de normas que deben acatarse.

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La dignidad nacional

Hace días una joven y conocida periodista extranjera, radicada en Ecuador desde pequeña, entregada a la ideología política “sigloveintiunera”, para atacar al presidente de la República, como lo hace su líder desde el exterior, hizo pública lo que calificó como “la canción de la semana”. Con ukelele en mano, con entonación musical distinta, cantó partes del Himno Nacional del Ecuador intercalándolas con furibundas diatribas contra el primer mandatario. Para escudarse y defenderse dijo que ya que “se está hablando de cosas un poco absurdas” haría lo que hizo, sin que le faltare una flagrante contradicción cuando entonó de su inspiración: “Hasta cuándo vamos a dejar que el odio nos domine, debemos hacer algo para que esto termine”, y de inmediato se lanzó contra la “derecha”, sin darse cuenta de que por su origen bien podría retornar a Cuba y cantarle a la izquierda y a su gobierno.

Más allá de ideologías

El himno nacional es la patria hecha canción, su letra y música tienen la virtud de conmovernos; nadie tiene derecho a mancharlo con sus exabruptos cánticos políticos y llenos de veneno. (O)

Jorge A. Gallardo Moscoso, Samborondón