La construcción del Viaducto Sur de Guayaquil sigue en veremos, y eso que podría decirse que el presidente Noboa –aunque no nació aquí– es bien guayaquileño. Hizo bien en negarles la competencia al Municipio de Guayaquil y a la Prefectura del Guayas para concesionar el proyecto, pero hace muy mal en postergarlo sin explicación alguna.
Este proyecto lo hicieron en el año 2010 las consultoras Nuques y Luque (NYLIC) y Sísmica, dos empresas guayaquileñas cuya calidad y experiencia nadie discute. En el año 2018, siendo presidente Lenín Moreno Garcés y ministro de Transporte y Obras Públicas Aurelio Hidalgo Zavala, se convocó a un concurso público internacional de ofertas que quedó en nada. Quizás por eso el presupuesto original de $ 1.040 millones fue reducido por la burocracia cicatera a $ 690 millones y desde entonces lo tienen bien refundido en el congelador del Ministerio de Transporte y Obras Públicas.
El puente sur moverá la carga portuaria de Guayaquil, que hoy debe recorrer más de 50 kilómetros por la vía Perimetral solo para llegar al Puente Alterno Norte (PAN). Cuando se haga el puente sur, en apenas 34 kilómetros, los camiones ya estarían en la vía a Puerto Inca, ahorrando tiempo y dinero.
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El puente PAN es un puente básico de aproximadamente 620 metros de largo, que lleva más de 20 años cobrando peaje y no termina de pagarse. De ser así, el puente sur debería cobrar peaje por 100 años, pues será 5 veces más largo que el PAN, tendría 3.440 metros de longitud, sin contar los viaductos de acceso. Pienso que el PAN se pagó hace rato y no afecta que se quede sin trabajo.
Lo bueno es que el actual ministro de Transporte y Obras Públicas, Roberto Luque Nuques, conoce bien el proyecto y aseguró que en este año se solucionarán los problemas y se colocará la primera piedra. Sería bueno saber cuándo se colocará la última. Aprendí que ‘el camino al infierno está empedrado de buenas intenciones’, lo dijo san Francisco de Sales. (O)
Carlos Luis Hernández Bravo, ingeniero civil, avenida Samborondón