La visión del Ministerio de Educación dice: “El Sistema Nacional de Educación brindará una educación centrada en el ser humano, con calidad, calidez, integral, holística, crítica, participativa, democrática, inclusiva e interactiva…”, y más adelante señala valores como: el respeto, honestidad, responsabilidad, justicia, etc. Este es el objetivo a alcanzar, el camino a seguir.

Preguntas abiertas: ¿Qué sugeriría para mejorar la calidad de la educación superior que se imparte en el país? (O)

Pero la realidad qué nos dice. Estamos formando niños y jóvenes que ya tienen una mentalidad del mínimo esfuerzo, pues saben que aprobarán el curso, aunque no estudien, aunque no cumplan las actividades o falten a clases más de 10 días (no se pierde año por faltas), todo está a su favor. Esto se lo palpa a diario en las instituciones educativas. Un ejemplo, estudiantes de básica superior y bachillerato con muchos vacíos, que no pueden hacer una resta, una multiplicación, o se les dificulta leer o escribir. Es decir, nuestro sistema educativo va en contra de su propia visión.

Cívica, Ética e Integridad se incluirá en malla curricular desde educación inicial hasta bachillerato, con el inicio del año escolar 2024-2025 en la Sierra

Perdonar todo a los educandos no es formación, ellos crecen con este mal paradigma, normalizando antivalores y, junto al apoyo de algunos padres, defienden su derecho al incumplimiento, la irresponsabilidad y faltar a clases. Está bien que el Estado se preocupe de la parte emocional de los estudiantes y su deserción, pero ¿a qué precio?, ¿bajando el nivel académico? Días atrás leí la opinión de una madre de familia que escribió: “Hay bachilleres que no saben multiplicar ni escribir”, palabras más, palabras menos; duro, pero cierto, lo que se comprueba en la última prueba Ser Estudiante.

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El seguimiento a labor de los ministerios

Pero esta mentalidad del mínimo esfuerzo se choca con la dura realidad, donde la sociedad busca y desea personas responsables, serias, cumplidas, disciplinadas, con destrezas básicas que le permitan desenvolverse con normalidad, caso contrario les será duro triunfar en la vida. De ahí la importancia de repensar la educación, con padres que asuman su rol en casa; con docentes que recuperen su vocación de los primeros años, ya que algunos solo ponen la mínima nota (no se hacen líos); que la normativa legal no sea tan permisiva y facilista; y que el Estado atienda oportunamente mejoras de infraestructura de los planteles, todo esto es parte de la calidad y calidez. (O)

Julio César Navas Pazmiño, licenciado en Ciencias de la Educación, Guayaquil