Parece ser que al momento nuestro país está a las puertas de haber superado un estiaje, sin lugar a dudas, el mayor de las últimas décadas que prácticamente paralizó la generación hidroeléctrica instalada y quedó al descubierto el desastroso estado en que se encontraba el parque termoeléctrico encargado de aliviar con energía alternativa la demanda energética en épocas de déficit hídrico. Durante la emergencia energética, las centrales hidroeléctricas solo funcionaban por algunas horas para que sus embalses se recuperaran en algo mientras ocurrían los racionamientos de energía, en cuyo contexto la central Coca Codo Sinclair lograba por horas aliviar los racionamientos generalizados cuando los caudales del río Coca permiten generar, y por ser, una central de pasada o filo de agua que genera en función del agua que recibe, entrega de manera inmediata la energía para cubrir parte de la demanda a través del Sistema Nacional Interconectado. Es evidente que los ecuatorianos, durante la emergencia, hemos conocido la realidad del parque termo e hidroeléctrico y soportado los racionamientos de energía con los perjuicios derivados de los mismos.

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Dicho esto, la Central Hidroeléctrica Coca Codo Sinclair, con todos los problemas previos al inicio de la operación, en el año 2016 y posterior a dicha fecha, ha estado sometida a una serie de eventos que han puesto en riesgo la supervivencia misma del proyecto, excepto que se tomen decisiones técnicas que involucran inversiones importantes, que se sumarían a los $ 3.000 millones aproximadamente gastados hasta el momento, que se iniciaron con el denominado dique seco o presa impermeable, de cuyo avance no se conoce nada públicamente y menos de sus resultados respecto a estabilizar el proceso de erosión regresiva ocasionado por el colapso de la cascada de San Rafael, a partir de lo cual mi preocupación sobre el tema ha sido evidente, en cuyo sentido he dado mi opinión sobre sus consecuencias a lo largo de los últimos tres años.

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En dicho sentido, en el marco del XXXI Congreso Latinoamericano de Hidráulica celebrado en octubre pasado en Medellín, Colombia, presenté una ponencia titulada “Central Hidroeléctrica Coca Codo Sinclair: problemas técnicos directos e indirectos”, que se basa en fundamentos teóricos sólidos con los cuales se evidencia como una obra tan importante y que costó cerca de $ 3.000 millones, y según se tiene conocimiento, la obra no contó con un estudio tan elemental pese a las advertencias conocidas 35 años atrás.

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Para entender mejor el tema, el proceso de erosión regresiva que socava el fondo y los márgenes del cauce, y que pudieran alcanzar la estructura de captación y poner en riesgo gran parte de la infraestructura estratégica del sector, al final es consecuencia de la reacción del río para llegar a definir su nuevo ancho y pendiente de equilibrio y así restablecer su dinámica morfológica frente al colapso de la cascada, aspectos que, sin duda alguna, deben ser considerados si es que se quiere actuar con responsabilidad para salvar el proyecto, más allá de otros problemas relacionados con el propio diseño de la obra de captación que tiene que parar su funcionamiento debido a la deficiente capacidad de remoción de los sedimentos que recibe. (O)

Jacinto Rivero Solórzano, ingeniero civil, Guayaquil