Hoy como nunca antes en la historia política vivimos bombardeados de gran cantidad de información, pero no de conocimiento... Nos hemos llenado de publicidad marcada de degradantes memes, caricaturas, ‘noticias’, todo desarraigado de la verdad.

Estamos informados de tanto marketing político, pero adolecemos del conocimiento histórico que marcó una faceta nada digna de Gobiernos anteriores. Nos hace falta esa memoria ‘histérica’, y no digo histórica porque es necesario agitar nuestros recuerdos para refrescarlos. ¿Quién no ha escuchado en los últimos 14 años la frase: “¡ ..., pero tenemos carreteras!”, como que el progreso del país se reduce a que un sujeto administre el dinero del pueblo y haga obras. ¡Obvio!, obras que son responsabilidad de quienes elegimos para que dirijan los destinos de un pueblo, el cual ha sido humillado por la

corrupción, la falacia engrilletada de algunos políticos que antes y hoy nos dirigen. Hay más temas que las carreteras: refinerías, megaobras que no funcionaron, campos petroleros que nunca se hicieron; casos de radares, helicópteros Druv, base aérea de Manta, escándalos con las guerrillas, escuelas del milenio sin transportes, docentes especializados, recursos; contratos de Odebrecht, y no me alcanzaría para desmarañar la telaraña de terror que conocemos y peor la que no sabemos y sigue en el escondrijo de la indecencia bajo grilletes de fugados y ‘perseguidos políticos’.

Publicidad

El conocimiento fortalece la decencia, crea seres críticos ante la realidad. En cambio la información volátil solo distorsiona la realidad, fomenta la desculturalización política y profana la mente de muchos que desean salir de la pobreza esperando bonos mejores y propuestas populistas que nunca se cumplirán, porque la cobarde incapacidad de los ofertantes se desintegra ante la culpa de los que no dejaron la mesa servida. (O)

Juan Pablo Garzón Jácome, magister en Educación, Quito