Los ecuatorianos de a poco hemos ido perdiendo la confianza tanto en políticos como en profesionales.
En los políticos, por su descaro al actuar, por su desapego a las necesidades del pueblo, por su escasa preparación, por su reiterado interés en beneficiar a grupos de personas, o a una sola persona, aunque hayan delinquido según el sistema de justicia. Políticos que dedican tiempo a declarar los días del bizcocho, de los gamers, en lugar de dictar leyes que favorezcan al pueblo ecuatoriano.
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Se ven asambleístas que bailan en el recinto legislativo, sin ningún respeto a la dignidad del Parlamento, y otros que hacen alarde de sus escasos conocimientos tanto legislativos como de cultura general.
En los profesionales, por sus actos de mediocridad evidentes. Por ejemplo, abogados que plantean absurdos, como denunciar al presidente ante el Tribunal Contencioso Electoral pidiendo la destitución, cuando esta no es la instancia para sentenciar esa destitución.
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Primarias: sin alianzas, ni favoritos
O los jueces que retuercen sus sentencias en búsqueda de acomodos que los beneficien, o en agradecimiento a favores recibidos, o, lo que es más penoso, a cambio de dádivas económicas. O una asociación de magistrados y jueces que saltan a defender a otros jueces a los que se les hacen allanamientos, mientras silencian ante evidencias de corrupción.
Una asociación de cualquier tipo debe ser imparcial para que inspire respeto, y debe ser objetiva para que cumpla con su deber. Una asociación o una organizazación política que actúe sin mostrar objetividad es más dañina que cualquier delincuente común.
Las leyes ecuatorianas, empezando por la Constitución, deben ser reformadas, pues se ha puesto en evidencia su absoluta falencia al momento de condenar a delincuentes, además está llena de resquicios a los cuales los delincuentes recurren mediante abogados que desconocen la relación entre ley y justicia, o que desprecian, de manera flagrante, a la justicia, amparándose en esos resquicios, dejados allí por ignorancia o por sabiduría retorcida. (O)
José Manuel Jalil Haas, ingeniero químico, Quito