Es preocupante ver cómo las antiguas y tradicionales formas de hacer política en Ecuador continúan vigentes y que a pesar de que los tiempos cambian estas viejas costumbres no lo hacen. Estamos a las puertas de nuevas elecciones presidenciales y para variar tenemos un considerable número de binomios inscritos. ¿Cuántos de estos tienen realmente la seria aspiración, no de ganar, sino, aunque sea, de pasar a la segunda vuelta? ¿Están la mayoría de ellos conscientes de que no alcanzarán ni el 5 % de la votación nacional? Muchos, quizás ni a eso alcancen e igual se lanzan al ruedo, ¿por qué? ¿Por qué lo hacen si saben que no tienen ninguna oportunidad? Considero que hay algunas posibles razones:
Primero, porque quieren hacer un patriótico “saludo a la bandera” y porque la Constitución y la ley electoral se los permite si cumplen con todos los requisitos. Segundo, de esta forma pueden tener el derecho a los fondos que el CNE les asigna a todas las candidaturas. Tercero, tener presencia y voz en el entorno político del país. Cuarto, poder “negociar” para la segunda vuelta, con los partidos que sí pasen de ronda, sus pocos o muchos votos. Y quinto, diversificar el voto, esto es especialmente útil para los partidos que cuentan con “un voto seguro”, de tal forma que, aquellos que no van a votar por ellos, se dividan en su decisión entre tantos candidatos.
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Tal vez haya otras posibles razones, pero considero que entre estas que he mencionado hay por lo menos un par que son manejadas seriamente por estos partidos. Sin embargo, es casi un “secreto a voces”, que (a menos que ocurra una gran sorpresa electoral) el presidente Daniel Noboa y el correísmo estarán nuevamente disputando la segunda vuelta.
De hecho, en las dos últimas elecciones presidenciales, el correísmo pasó en primer lugar a la segunda vuelta, pero, ya en la última fue derrotada por la otra candidatura, lo cual nos lleva a la conclusión que esta fuerza política tiene un límite, por muchos seguidores propios que tenga, mientras que la del opositor de turno, se enriquece en esta segunda vuelta con los votos de aquellos que no votaron por ningún de los dos en la primera.
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Vamos a ver qué pasa en esta ocasión. Ojalá el pueblo razone bien su voto. (O)
Carlos Eduardo Idrovo Coppiano, doctor en ciencias de la educación, Guayaquil