Diversas son las opiniones sobre un cambio de ubicación del Archivo Histórico del Guayas (AHG) hacia una edificación propia, donde se garantice o por lo menos se procure la adecuación definitiva de sus instalaciones que desde el 7 de mayo de 1971, en que su fundador, el gran historiador Julio Estrada Ycaza, con apoyo de la Junta Cívica del Sesquicentenario (150 años de nuestra independencia), consiguió la expedición del decreto ejecutivo firmado por el presidente José María Velasco Ibarra, y un mes después, al aprobarse sus estatutos, la naciente institución autónoma ya recibía aprobación de su partida presupuestaria; adjudicándosele un primer local en el sótano del Teatro Centro Cívico, donde permaneció algunos años hasta su primer traslado a las instalaciones del centro comercial Albán Borja.
Decepcionado por las consecuencias del centralismo regionalista, el maestro renunció en 1988, quedando sin dirección titular el organismo hasta el año 1998, en que José Antonio Gómez, otro gran estudioso de nuestra historia, asumió la dirección, promoviendo el segundo traslado del AHG hacia las antiguas dependencias de los talleres Volvo, cedidas por el Banco Central del Ecuador y adecuadas para el efecto. No es el primer cambio de casa al que sobreviviría el AHG. Pero más allá del traslado a un local propio, los problemas de fondo son otros y las soluciones que deben plantearse no pueden circunscribirse exclusivamente al espacio físico. No obstante el leal y eficiente trabajo de sus pocos competentes funcionarios mal pagados, hace falta fijar objetivos que a partir de un presupuesto digno y de una dirección titular permitan al AHG recuperar su autonomía y también fijar objetivos a futuro, incentivando la investigación histórica, retomando el ritmo de sus publicaciones, volviendo a dictar seminarios para maestros y muchas otras tareas; que, de constituirse la Fundación Archivo Histórico del Guayas, facilitaría a nuestro alcalde abordar la solución legal que nos libere de la dependencia centralista de un ministerio y nos devuelva la conducción autónoma de nuestro patrimonio documental histórico, siguiendo el camino por el que Fundación Malecón 2000, Fundación Terminal Terrestre, etc., posibilitaron a la M. I. Municipalidad de Guayaquil –en su momento– emprender cambios trascendentes para bien de la ciudad. (O)
Jenny Estrada Ruiz, historiadora, Guayaquil