Como muy acertadamente publicó Diario EL UNIVERSO, en los últimos diez años, el Ecuador ha sufrido los más terribles embates, de todo orden, no solo exógenos, sino los propios en que han sido actores directos los ecuatorianos, y en especial los Gobiernos de turno, incluyendo los líderes políticos de diferentes banderas y símbolos.

Comisión incluye una disposición en proyecto urgente de alivios financieros para condonar las deudas de la banca cerrada en 1999 por hasta $ 10.000

Sin embargo, el 12 de marzo de 1999, el Gobierno del presidente Jamil Mahuad decretó el feriado bancario, mediante el cual se cerraron las transacciones bancarias, dejando al arbitrio gubernamental las cuentas corrientes y de ahorros de los depositantes, reduciendo el patrimonio familiar al 50 % a la fecha. Es decir, si usted tenía un millón de sucres en un banco, con la medida solo era poseedor de 500.000 sucres, y así sucesivamente, por la devolución monetaria más alta del siglo pasado en la historia del país.

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Los motivos que forjaron la medida no solo fueron del Gobierno de Mahuad, sino de quienes eran parte del Congreso Nacional, a través de sus líderes más representativos, que todos los conocemos, y que presionaron para poner en vigencia nuevas leyes para el salvataje bancario, y de empresas del sector comercial e industrial, entre ellas la Agencia de Garantía de Depósitos, en que el Estado asumía la debacle del sector bancario y empresarial en crisis. Así se decidió el préstamo millonario para salvar a Filanbanco y que en lo sucesivo motivó la incautación de más de un centenar de propiedades de sus accionistas, y que hoy la mayoría ha sido recuperada por ellos, luego de decenas de años de litigar en los tribunales de justicia nacionales e internacionales.

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Mientras tanto, miles de familias perdieron los ahorros de sus vidas, los depósitos de sus jubilaciones recibidas por su esforzado trabajo, en empresas e instituciones nacionales y extranjeras, y por sobre todo de quienes tenían su dinero en sus cuentas de ahorro que les servía para alimentarse y comprar medicinas para enfrentar enfermedades y que nunca les proporcionó el IESS a afiliados y jubilados. Fue como un huracán que incursionó devastador en los hogares ecuatorianos.

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A la clase trabajadora, en unión de sectores indígenas, no les quedó otro camino que la protesta callejera y presionaron para la salida del Gobierno de Mahuad, y aquello se dio, irremediablemente, a través del apoyo de militares y civiles. Como corolario, la dolarización fue la salvación, dijeron los optimistas, y 25.000 sucres fue el equivalente para adquirir un dólar. (O)

Francisco Medina Manrique, periodista, Guayaquil