La vida está llena de libertad, desde que nos liberamos del claustro sagrado y materno hasta que nos liberemos de la escafandra de la carne para confundirnos con la energía eterna del Tao y volar hacia el infinito y la eternidad. Todo, todo debe ser libertad. Necesitamos y vivimos de libertad. Libertad para amar, libertad para pensar, libertad para reír, libertad para llorar. Nadie puede atribuirse el derecho de querer pensar o amar por nosotros.

El último café

Cuando al buda Siddharta Gautama un discípulo en su lecho de muerte le preguntó su último consejo, este le contestó: “Sé tú mismo”. Cuando Sócrates pasó por el templo de Delfos se asombró cuando leyó una célebre frase: “Conócete a ti mismo”, y él respondió: “Solo sé que nada sé”, por lo que fue declarado el más sabio de su época.

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El hombre está condenado a su libertad porque tiene un alma libre, un corazón lleno de amor y una mente imperfecta, que es lo que nos lleva siempre en busca de un mejor destino, desde la barbarie hacia la ilustración, desde la ignorancia al descubrimiento y a la sabiduría, aunque muchos piensan que vivimos una barbarie ilustrada.

El amor en tiempos actuales

La voluntad elige lo que ha sido conocido por la inteligencia, y los sueños solo son posibles en libertad. Nadie puede escogernos lo que queremos ser, cuándo debemos elegir; siempre debemos escoger lo superior a lo inferior, lo bueno a lo malo, la ciencia por sobre la ignorancia, el amor al odio, la libertad ante la esclavitud.

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La libertad y la responsabilidad son dos conceptos inseparables. Por la libertad, los vicios siempre serán censurables, y la virtud elogiada por la responsabilidad. Desde el tiempo de los vedas debemos responder ante Dios, a quien irremediablemente al final tenemos que unirnos en la más bella paz del infinito silencio. Séneca decía que a menudo lo más valioso es aquello por lo que nada se paga. (O)

Hugo Alexander Cajas Salvatierra, médico y comunicador social, Milagro