Un día somos superhéroes que emocionamos a nuestros hijos con cada ocurrencia y al otro día nos convertimos en alguien “aburrido”.
Estoy convencido de que el tiempo de calidad entre un padre y un hijo no debe ser negociable, ni sacrificarse por trabajo, estudios, reuniones o fiestas. Muchas veces escucho a padres decir “no tengo tiempo” cuando se trata de compartir con sus hijos, y luego, con el paso de los años, su frase cambia a “cómo ha crecido, ya no es el mismo”.
Constructivismo y pensamiento crítico
Desde hace un año llevo a mis hijos al colegio todos los días. Durante ese tiempo fui quien los acompañó en cada paso, alentándolos a superar desafíos como el pasamanos del patio. Los impulsaba y celebraba cada logro, haciéndolos sentir únicos y especiales. Mi hija mayor desarrolló una gran fuerza; llegó un momento en el que iba y regresaba del pasamanos con poco esfuerzo. Cada vez que lo lograba, la felicitaba, orgulloso de su esfuerzo. Pero un día me dio una gran lección.
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Al llegar al colegio, mientras caminábamos al pasamanos, me dijo: “Papá, el pasamanos ya es muy fácil y para mí es aburrido. Me voy a mi clase”. Se despidió y salió corriendo feliz.
En ese instante, me pregunté: ¿se aburrirá de ver películas abrazada conmigo?, ¿se aburrirá de cocinar juntos?, ¿perderá las ganas de compartir momentos únicos?
Luego reflexioné: ¿se habría aburrido si el pasamanos hubiera sido más largo?, ¿o si hubiese tenido obstáculos cada día?, ¿cómo acompaño a mis hijos para que no se aburran de los buenos hábitos y momentos compartidos?
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Nuestros hijos crecen, la vida pasa y muchas veces dejamos que la vida nos lleve en lugar de llevarla nosotros.
No dejes que tus hijos crezcan sin sentirse queridos, valorados, seguros y protegidos. Aprovecha cada momento, porque, aunque los días parezcan largos, los años pasan volando. (O)
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Alejandro Teófilo Bermeo Bucaram, Guayaquil