El motor del desarrollo y prosperidad de una sociedad es el trabajo conjunto de sus miembros dentro del marco de la ley.
Mientras más se trabaja hay mayor producción y consumo, lo que beneficia tanto a trabajadores como a consumidores y, por ende, a los empresarios que aportan con su capital e iniciativas. En consecuencia, es imperativo normar las jornadas de trabajo y el necesario descanso, por lo que establecer los días de ocio obligatorio es fundamental.
En lo que se refiere a los llamados feriados por celebraciones cívicas nacionales que conmemoran fechas señeras, estas deben celebrarse en el aniversario de cuando ocurrieron, descartándose los traslados, llamados “puentes”, a otras fechas que desvirtúan el espíritu cívico de la recordación y borran de la memoria colectiva el significado patriótico de los sucesos que constituyen los pilares de nuestra nacionalidad.
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Estas fechas de asueto obligatorio y general deben ser solamente las que rememoran hechos puntuales y fundamentales de la historia y la costumbre; por ejemplo, la fundación del Ecuador, la batalla de Pichincha, la independencia de Quito, la Revolución de Octubre, la guerra del Cenepa, el Día del Trabajo, la Navidad, entre las principales, además de las celebraciones seccionales, como fundaciones de provincias, aniversarios cantonales, que serían de asueto en sus respectivas jurisdicciones.
En un país de economía deprimida como Ecuador, es irracional, y hasta suicida, multiplicar los descansos injustificados cuando es vital trabajar sostenidamente para mejorar la situación de pobreza y necesidad generalizada que sufre la población ecuatoriana. (O)
Teófilo Villón Barros, Guayaquil