El pueblo esperaba más del debate de candidatos políticos. Esperaba propuestas claras, confiables y realizables, pero vio desconocimiento, respuestas no acordes a las preguntas realizadas, ataques entre ellos, irrespeto a las normas establecidas y campañas.

Al observar a aspirantes a la Presidencia de la República, profesionales, la mayoría con maestrías pero con una dialéctica tan insustancial, nos lleva a preguntar ¿dónde está la preparación recibida? Algunos desconocían simples términos, otros se amparaban en acciones pasadas; también había quienes aludían a las actuaciones del Gobierno actual. Estas impericias lingüísticas y comunicacionales nos dejan una enseñanza y una advertencia. Nos enseñan que en el país hay ausencia de valores, se actúa a la defensiva, se reacciona con ofensivas, no hay tolerancia, no hay respeto a las ideas contrarias… La advertencia va dirigida al ámbito educativo, se deben mejorar las habilidades de la comunicación verbal. Urge que los educadores fortalezcan en sus educandos la expresión oral, mediante actividades prácticas y reflexivas donde debatan, argumenten y confronten con respeto y tolerancia sobre temas actuales y cotidianos.

Hay que enseñar y aprender a debatir, argumentar, tener claro lo que es un eje temático, lo que es una réplica, lo que es discutir y actuar con sindéresis. Analizar y comprender que todo mensaje debe tener una estructura equilibrada entre las ideas y emociones que se proyecten. En estos momentos aciagos para nuestra patria, es propicio recordar una frase atribuida al filósofo francés Voltaire: “No estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé con mi vida tu derecho a expresarlo”, para propender el valor de la tolerancia, el respeto a las opiniones ajenas y poder expresarnos con libertad. Busquemos la unión y armonía para salir de esta crisis. (O)

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Mariana Mendoza Orellana, economista, Guayaquil