“Las intenciones”, decía mi abuela materna, “son el preludio del proceder”.

Una campaña electoral plagada de discursos (que parecen tomados de una novela de realismo mágico de Gabriel García Márquez) en los que nos prometen, confunden, engañan e ilusionan, intentando cambiar la objetividad y la realidad a través de medios de comunicación y plataformas digitales que en muchos casos para el común de los mortales es difícil, por no decir imposible, verificar su autenticidad. Es que saben y conocen muy bien que los seres humanos masificados pierden la capacidad de cuestionar y reflexionar.

El que mucho abarca, poco aprieta

Su meta es arrastrar a las masas para influir en la sociedad a un voto no pensado ni consensuado a base de propuestas/intenciones plausibles y políticas realizables, si no tristemente decidido por percepciones.

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Tener intenciones no está mal, es lícito y válido soñar, anhelar, tener esperanza en definitiva; el problema radica en que las intenciones de los presidenciables son todas volver a empezar.

Yo les pregunto a los presidenciables: ¿en la vida democrática de nuestra nación, sin importar la tendencia, el corte, la ideología ni siquiera el proceder de los gobiernos de turno, no existió nada, absolutamente nada digno de continuar y mejorar?

¿Elegir?, ¿para qué?

La respuesta, por las intenciones de los presidenciables, es un rotundo ‘no’. Todos quieren volver a empezar desde cero. Craso error. Les cuento no a manera de vulgar susurro ni pasquín de barrio, sino con la verdad de la estadística. No les alcanza uno, dos ni siquiera tres gobiernos seguidos, en un supuesto no consentido, para plasmar un proyecto “exitoso” desde cero; les voy a ahorrar la capacidad de pensar como sus planes de propaganda aspiran; los cambios son generacionales, es decir, necesitamos al menos 20 años, siempre y cuando decidan empezar hoy con políticas claras que perduren en el tiempo sin importar quien ocupe Carondelet.

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Las intenciones, aunque son válidas, están ligadas, en muchas ocasiones, a la dirección del viento y se difuminan en el aire.

Demagogia y politiquería

¿Por qué no emprender con lo que tenemos y mejorar con lo que contamos? Basta de crítica con o sin fundamento.

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El Ecuador no necesita de promesas ni intenciones, queremos y exigimos resultados y para eso es necesario contar con una línea base que puede y debe ser mejorada. No desperdicien el poco tiempo que tienen para esta campaña en prometer lo que no van a cumplir.

Ustedes lo saben y muchos de los que seremos sus gobernados también. (O)

Martín Gallardo Valarezo, Mayor (sp), Quito