Al llamado a nuevas elecciones, terminado el periodo del presidente Daniel Noboa, es inminente la presentación de candidaturas. Lo que llama la atención es el abultado número de postulantes de las más diversas corrientes partidistas forjados al influjo de intereses meramente oportunistas. El amor a la patria no es lo primero, ni el bien común es su estímulo. Hay varios análisis con respecto a esto: o se quiere dispersar el voto; o los candidatos están fuera de la realidad; o la ambición desmedida los obnubila. Lo más cuestionable son las alianzas, camisetazos y el dudoso financiamiento.

¿Y la idoneidad de los candidatos?

Lo cierto es que esta fanesca de candidaturas hace de la fiesta cívica-electoral una feria libre donde quien da más se lleva el producto, lo que aparentemente es legal, pero no legítimo. Lo legal tiene origen jurídico, mientras lo legítimo tiene trascendencia moral. Al final lo que se busca es caotizar el estado de derecho del país, cooptar las funciones del Estado evitando su independencia para cumplir los perversos propósitos ideologizantes. Y la educación, salud, fuentes de trabajo con libre empresa, que proyecten al Ecuador hacia la competitividad con bienestar, ¿qué? ¿Acaso no son suficientes las evidencias de corrupción en la Función Judicial? Nuestra descompuesta política perdió la perspectiva de los principios y valores. (O)

Joffre E. Pástor Carrillo, educador, Guayaquil

Preguntas abiertas: ¿Qué requisitos considera que deberían existir para quienes postulen su candidatura a la Presidencia y Vicepresidencia? (O)