Con el pasar de los años nos hemos convertido en una sociedad que ha olvidado la educación como el principal bien de una organización. Ahora, cuando hay que enderezar las cosas, en lo que primero se piensa es en crear sanciones y con mucha frecuencia se sugiere incrementar las penas para obtener más rápidos resultados. La verdad es que todos hemos olvidado la educación.
Se nota una carencia de valores de diversa índole: honestidad, puntualidad, aseo, orden, etc. En el ADN de nuestra sociedad se nota la carencia de una genética propicia para organizarnos. Las peores manifestaciones de la falta de organización están presentes en la gestión pública. Todos estos síntomas son los de un pueblo sin educación. Y no se educa de la noche a la mañana. (O)
Patricio Ortega Carrera, Quito