William Butler Yeats tiene un poema maravilloso que siempre me conmovió, lo leí de joven y ahora me asombra por su belleza, termina así: “Y al encorvarse al lado de la resplandeciente chimenea, murmuró un poco triste cómo partió el amor y escaló las montañas y ocultó su rostro entre una multitud de estrellas”.
Mientras que Lexa Jaska decía: “No se fue nunca, porque el amor es eterno e infinito, se ocultó entre las nubes y volvió en forma de rocío para acariciar la piel de la más bella rosa y ofrecerse a la primera doncella que encontró”.
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Nos desvelamos por descubrir los misterios del ego, tratamos de deshacer las partículas, y hacemos experimentos para descubrir la génesis de nuestro ser cuando llevamos dentro la energía del amor.
Por amor se unen el espermatozoide con el óvulo y por amor se unen los labios. Todas las religiones dicen que Dios es amor.
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El éxito y la felicidad se construyen
El amor al ser inmaterial e invisible puede tomar todas las formas y se despliega por todo el mundo hasta lograr que todos se amen.
Se ama a todos los niños, los jóvenes, los viejos, los animales y a las plantas. Si nos fijamos bien, veremos que no hay sitio donde no esté el amor para beneficiar al ser humano. El amor es ese dios que se manifiesta en el silencio, en el palpitar de los corazones, en los sueños, en los desvelos, en los poemas, en los versos.
La más bella expresión del amor la han tratado de expresar los poetas, porque le cantan a todo y lo enaltecen en todo lo que ven: en el aire, en la brisa, en las olas, en los vientos, en la luna y las estrellas; son capaces de bajar la luna y las estrellas para ofrecerlas al ser amado.
Los niños en su ingenuidad son los que más inspiran amor. El amor es Dios y más se refiere al alma que es eterna e infinita. (O)
Hugo Alexander Cajas Salvatierra, médico y comunicador social, Milagro