Nadie puede abstraerse de la realidad que nos golpea, pues de una u otra manera los apagones nos infligen las consecuencias. Todo se ve afectado por los racionamientos de energía que, para esta semana, se presentan más intensos, más rigurosos, con una inclemencia que genera tristeza, impotencia, frustración, incertidumbre y decepción.

No todo vale en un juicio político

Al Gobierno no le queda otra cosa que incrementar las horas de ausencia de energía, en todo el territorio nacional y los ecuatorianos tenemos que entrar con ánimo o desánimo en el corre corre al que nos venimos acostumbrando desde que se presentó esta crisis energética.

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Homo homini lupus

La educación, el comercio, la industria, el turismo, el transporte, las actividades sociales, culturales, científicas y de todo orden se ven en la necesidad de una reprogramación adecuada a los horarios del racionamiento. Los maestros y los alumnos de todos los niveles tienen la urgencia de priorizar actividades indexadas a los cortes anunciados cada semana.

Caminante, no hay camino…

Las personas van adquiriendo nuevos hábitos en el intento de aprovechar las escasas horas de energía eléctrica para hacerlas coincidir con las horas de energía corporal que, para los adultos mayores ya no es lo mismo.

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Apagones: verdadera causa

Definitivamente, estamos enfrentando una crisis que es producto de la falta de previsión por parte de los gobiernos pasados. En los años 90 ya se veía lo que podía suceder con el problema del estiaje y sin embargo los gobernantes que vinieron después de Sixto Durán-Ballén hicieron muy poco para solucionarlo, recargando los esfuerzos en la generación de energía hidroeléctrica y dejando a un lado las alternativas válidas como son la energía termoeléctrica y la energía eólica. Por eso nos estamos apagando cada día, sin la esperanza de que esto cambie y nos permita salir del apagón que, lejos de disminuir, se va incrementando. (O)

Enrique Vicente Álvarez Jara, licenciado en Ciencias Políticas, Guayaquil