La pandemia fue la primera advertencia y el mundo tuvo que tomar medidas restrictivas estrictas que indirectamente produjeron condiciones positivas en el medioambiente. La crisis energética es una segunda advertencia.
Es por demás inconveniente el uso masivo de generadores individuales que contaminan el aire y el sonido. Mientras llega la solución estamos obligados a cubrirnos hasta donde la sábana alcance, planificando los cortes de manera lógica para mantener las actividades productivas y cotidianas básicas. Se podría eliminar el trabajo nocturno no indispensable y focalizar la energía elaborando turnos de trabajo diurno con luz solar para las empresas productivas con horarios flexibles de jornadas de lunes a domingo. Quienes tienen las estadísticas de consumo lo pueden elaborar con mejor precisión.
Las soluciones inmediatas para regresar al estado de consumo anterior a la crisis son técnicas. Se trata de cubrir el déficit de las hidroeléctricas instalando generación adicional de otras fuentes de producción inmediata, sea pública o privada; la más cercana es la compra e instalación de termoeléctricas nuevas y mantenimiento de las viejas. La solución a mediano plazo evidentemente es la instalación de generadores de energía limpia más convenientes públicos o privados o de alianza público-privada. La solución a largo plazo y permanente tiene que responder a las advertencias de la naturaleza por el cambio climático y tiene que ser la renuncia voluntaria y obligada al uso irracional de energía.
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Tras la primera alerta de la pandemia por la amenaza del coronavirus se tomaron medidas extremas, se paralizó el mundo, con cese de actividades. Ahora, al igual que en la pandemia, se tendrá que pensar y repensar en mantener las medidas de ahorro o volver al despeñadero que es el calentamiento global. (O)
Jorge Benigno Falcones Alcívar , médico, Guayaquil
