Desde que tengo uso de razón empresarial (he sido empresario más de 30 años y docente universitario en cátedras relativas al tema una buena parte de ellos), siempre he sabido que Ecuador es un país frágil, donde los problemas se convierten en crisis y el desorden en caos. Con certeza se identificarán con algo de lo que describo a continuación. A saber, arreglos de vías mal planificados en pleno inicio de clases (al frente de un colegio); cierre de vías en horas pico; impuestos; tasas; y normas nocivas para quienes más generamos empleo y que, de por sí, cumplimos con absurdas, cuantiosas y costosísimas reglas. Agreguemos para abundar, subsidios para quienes no lo necesitan, lo que alienta a la viveza y voracidad insaciable del mejor conectado. En fin, la lista es cada vez más larga. Y ahora, la crisis energética.

Sobre la crisis energética

Lo que no logro entender es cómo nunca logramos los ecuatorianos tener un líder con la valentía para enviar un convoy de aviones, tanques, camiones y toda suerte de recursos existentes a su alcance para resolver una crisis de envergadura. Debe paralizar el convertirse en o ser burócrata, porque hasta quienes nunca lo fueron, una vez que llegan se anquilosan, se convierten en títeres de Twitter (ahora X), fantoches de revista y muñecos de cartón que hablan, hablan y hablan, pero no resuelven.

De la burocracia

Necesitamos líderes valientes para lograr que las cosas se muevan y funcionen. Ojalá algún día en el país votemos con criterio y escojamos un líder que arregle nuestro país, que se encuentra eternamente sumido en el desorden y el caos. (O)

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Esteban Serrano Monge, Madrid, España