No hay duda de que el karma existe. Todo lo que hacemos genera una consecuencia según la ley de causa y efecto. Si das amor recibes amor, de lo contrario, puedes recibir momentos duros y hasta goles como ocurrió con Colombia en el estadio de Barranquilla. Esa noche (19 de noviembre), la selección del Ecuador produjo un gran apagón en el alma de los colombianos, y lo digo con respeto, porque mi padre nació en un pueblo cercano a Medellín y como buen colombiano era una persona honrada, trabajadora y buena. Sin embargo, el presidente Petro no ha sido muy amigable con el Ecuador por sus diferencias políticas con el presidente Noboa.
El deporte nos volvió a dar una inmensa alegría
Las veces que Ecuador le ha vendido energía a Colombia, lo ha hecho a través del Estado ecuatoriano y a un precio cercano de seis centavos de dólar el kilovatio hora. Sin embargo, ahora que necesitamos energía de Colombia, su presidente nos mandó a negociar con las termoeléctricas privadas, a pagar entre 30 y 40 centavos por kilovatio hora, que sería inaceptable. Recién el domingo pasado se empezó a exportar energía de Colombia al Ecuador y sería bueno establecer un precio común entre las partes o un sistema de trueque de energía para que no exista intervención del dinero.
El Gobierno debe impulsar la construcción de la central hidroeléctrica Santiago de 2.400 MW y de la central Cardenillo de 600 MW, cuyos estudios están listos. Hizo bien en terminar la hidroeléctrica Toachi Pilatón, donde estuve varias veces por cuestiones de trabajo. También deberían buscar soluciones para mantener los caudales en Coca Codo Sinclair durante el estiaje y podrían construirse dos embalses de regulación sobre los ríos Quijos y Salado, antes de que confluyan para formar el Coca. Me dijeron que eso no era posible por riesgo sísmico, aunque construyeron un embalse compensador a 640 metros de altura sobre la casa de máquinas. Gracias a dicho embalse compensador, Coca Codo Sinclair pudo aumentar su capacidad de generación de 1.200 MW a 1.500 MW. Lo demás son cuentos de nuestra burocracia dorada. (O)
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Carlos Luis Hernández Bravo, ingeniero civil, Samborondón