Normalmente suelo escribir sobre temas técnicos de trascendencia nacional relacionados con mi actividad profesional, sin embargo, por esta vez, voy a modificar el libreto y me referiré a la experiencia personal que tuve en la ciudad de Medellín que visité en días pasados para asistir como expositor en un evento internacional, lo cual, entre otros aspectos, me permitió visitar la denominada Comuna 13, barrio de la ciudad de Medellín, que lleva a cuestas el peso de años de violencia que se remonta desde los años 80 y recrudeció a inicios del presente siglo cuya verdadera intención era silenciar las voces de quienes la habitan desencadenando una guerra cruel que se ensañó con sus habitantes que fueron presas de grupos al margen de la ley que terminaron al servicio del narcotráfico que encontraron en dicho lugar de la ciudad un ambiente propicio para ejecutarla y que les instauró un modelo de negocio esparciendo la violencia por toda la ciudad y gran parte del país, cuyo objetivo principal era vigilar y controlar las conexiones entre los barrios y la forma de acceder al mar a través de un corredor para traficar mercancías prohibidas.
El problema comenzó a cambiar luego de una intervención violenta en la zona más conflictiva, a partir de la cual se gestó una participación comunitaria a través de comités que buscaban solucionar sus problemas de vivienda, de falta de los servicios públicos e interesados en actividades culturales y sociales, lo cual, durante el tour guiado durante la visita a la Comuna 13, todo era explicado de manera brillante y muy natural, por alguien que nació y creció en dicha comuna en el seno de una familia conformada por 11 hermanos y que vivió las consecuencias de la guerra y ahora es parte del momento actual con un desarrollo turístico en el cual sus habitantes son los protagonistas principales.
Instalación de cámaras en Guayaquil
Lo que sucedió desde los años 80 en Medellín, particularmente, en la Comuna 13, es muy parecido a lo que en la actualidad vivimos en nuestro país, fundamentalmente, en Guayaquil, cuyo origen, según los entendidos, es la misma que se dio en el país vecino, y que migraron a nuestro país como consecuencia de los planes y programas que se implementaron para minimizar los efectos de la violencia en el país del norte y que aprovecharon la ausencia del Estado ecuatoriano para atender las necesidades de la población y no dotarlas de los mecanismos de seguridad a nivel interno y de frontera, desarrollándose todo lo que estamos viviendo en este momento con la guerra entre grupos irregulares y su lucha por controlar el negocio del secuestro y las extorsiones.
Publicidad
Los problemas que ocurren en nuestro país deben sustentarse en muchos de los aspectos que lograron desarrollar con éxito en el vecino país, en cuyo contexto, considero que al momento se lleva a cabo un proyecto de seguridad impulsado por el Estado y llevado a cabo con buenos resultados por parte de la Policía Nacional y las Fuerzas Armadas que merecen nuestro apoyo, sin embargo, paralelamente, el Gobierno debe impulsar la formación de organizaciones sociales a nivel de los barrios, que a más de ser conocedores de su territorio, están llenos de pujanza y de la capacidad de resiliencia para sobrellevar la adversidad y hacer uso de sus capacidades de emprendimiento y creatividad para transformar su futuro. (O)
Jacinto Rivero Solórzano, ingeniero civil, Guayaquil