El Gobierno, en vez de regalar estas cocinas, debería solicitar a la Contraloría que intervenga glosando a los responsables de esa adquisición y recupere los recursos invertidos en las casi ochenta mil unidades que están abandonadas y causan gastos innecesarios por su bodegaje y mantenimiento, mientras ellas seguirán deteriorándose en las bodegas de CNEL.
Una vez más se dan palos de ciego, creyendo hacer un bien, mientras que terminarán haciendo un peor mal. Demuestran que no conocen bien la realidad nacional ni se asesoran bien, se cometen mayores errores y dan paso a nuevas críticas. ¿Quién podría estar interesado en recibir como regalo una cocina de inducción en un país que sufre apagones de ocho, doce horas diarias? Miles de hogares no tienen las instalaciones o conexiones eléctricas necesarias para hacerlas funcionar bien, un aparato que requiere de ollas especiales y que luego tendrá dificultades para completar el pago de la planilla de mayor consumo eléctrico.
Gobierno ‘regalará' unas 79.000 cocinas de inducción adquiridas en el 2014 que estaban embodegadas
Muchos de los que las reciban deberán realizar arreglos para instalarlas en sus hogares. Algunos por ahorrar dinero intentarán hacer las conexiones ellos mismos o contratarán manos inexpertas o maestros improvisados, incurriendo en peligros de cortocircuitos, incendios o males mayores.
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El Gobierno debería meditar mejor. Sería preferible buscar que el fabricante retire esas cocinas y compense al país de alguna otra forma. Esa compra nunca se debió haber hecho; los Gobiernos no deberían actuar demagógicamente, ni el Gobierno que hace más de una década fue responsable de esta absurda adquisición ni el actual, que por lucir generoso o popular terminará causando un mayor mal. Dios no quiera que personas inocentes se accidenten, se autoinflijan un daño irreparable o incluso puedan perder su vida instalando o intentando usarlas después de tantos años de estar en abandono total.
Quiénes pueden acceder a las cocinas de inducción que regalará el Gobierno
Los bomberos deberían oponerse a que estas cocinas se distribuyan en sus localidades, como prevención y evitando se produzcan accidentes, incendios o quemaduras no deseadas. (O)
Luis Villacrés Smith, Samborondón