Me considero una mujer que piensa en que hay que vivir el momento para saber cuál sería nuestra reacción y también que hay que vivir una necesidad para comprenderla.
Hace casi nueve años vivo una realidad que me ha hecho comprender muchas necesidades y que ha desarrollado en mí aspectos positivos como la empatía, la solidaridad y la compasión.
Carta abierta al señor alcalde de Guayaquil
Un accidente de tránsito, que aún mantiene a mi hermano en una silla de ruedas, es el causante de esta nueva realidad. Durante estos años he tenido que batallar, muchas veces sin éxito, contra la inconsciencia de las personas, pero también he visto cómo ha ido creciendo la cantidad de personas con actitudes compasivas ante esta situación, pese a que aún falta mucho por hacer.
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Por mencionar un ejemplo; ver como existen quienes prefieren usar el ascensor por comodidad teniendo escaleras como alternativas, haciendo que personas como mi hermano se vean en la tediosa necesidad de esperar cuando considero que siempre, personas como él, deben tener prioridad, hace que sienta desesperanza por el futuro de esta sociedad.
La situación se agrava cuando la falta de empatía viene de una institución pública, como el Municipio de Guayaquil, que tiene como deber velar por la seguridad y bienestar de los ciudadanos. El fin de semana, por primera vez con mi hermano en la silla de ruedas, decidimos recorrer una parte del centro de Guayaquil, que siempre nos ha gustado, pensando en que no encontraríamos mayores obstáculos. Pero la realidad fue otra al ver que existen las rampas en algunas calles, en otras existe algo menos elaborado, pero en ambos casos la facilidad para maniobrar no es tal y me vi en la imperiosa necesidad de hacer mucho esfuerzo con la silla de ruedas para poder cruzar la calle, pues el desnivel del asfalto es algunos centímetros más elevado que la cuneta lo que dificulta cruzar la calle con total seguridad.
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Señor alcalde, Aquiles Alvarez, siempre apoyaré su gestión porque confío en que la misma es y será en beneficio de los guayaquileños que tanto amamos a esta ciudad, le propongo que utilice una silla de ruedas y compruebe por sus propios medios mi experiencia, aunque es visible para cualquiera, quizás entonces, como lo mencioné al inicio, sienta esta necesidad y la comprenda. (O)
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Ana Carolina Cabrera Armendáriz, tecnóloga en marketing, Guayaquil