Las redes sociales están llenas de narrativas, ideologías y opiniones que suelen confundir nuestro juicio. Se generan nuevos términos, tendencias y creencias que se exponen de forma tan masiva que con frecuencia se convierten en norma. En este proceso, muchas veces dejamos de lado nuestra capacidad de discernir qué discursos son ventajosos y cuáles no. Uno de estos discursos es el promovido por el movimiento Body positivity.

El movimiento Body positivity nos vende la idea de que debemos aceptarnos tal y como somos, pero si analizamos esta propuesta más a profundidad, podría interpretarse como una perspectiva conformista y, en algunos casos, perjudicial. El verdadero amor propio no radica en aceptar nuestras circunstancias, sino en cuidarnos de forma holística: cuerpo, mente y espíritu. Amarse a uno mismo significa cuidarse, ya que uno cuida a lo que ama.

Somos hechos a imagen y semejanza de Dios

En contraste, el discurso de aceptación incondicional puede llevar a justificar condiciones perjudiciales para nuestra salud, como el sobrepeso, los malos hábitos alimentarios o el abuso de sustancias. Esto, más que una muestra de amor propio podría interpretarse como una negación del cuidado necesario que nuestro bienestar requiere. Así, lo que algunos ven como autoaceptación puede derivar en una actitud de abandono hacia uno mismo.

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Cuidar del cuerpo, la mente y el espíritu son aspectos que están bajo nuestro control y que demandan atención consciente. En un mundo donde ideologías basadas en el conformismo a veces celebran la falta de control, resulta crucial estar más presentes en nuestras decisiones y saber elegir qué principios adoptar en nuestra vida. Vivir una vida activa y saludable, cultivar nuestras creencias personales y rodearnos de relaciones nutritivas, así como consumir contenido que enriquezca nuestro crecimiento personal e intelectual, son pilares esenciales del verdadero amor propio.

El tesoro más apreciado de la vida

Actualmente, vivimos en una época en la que las personas que optan por una vida saludable a menudo son etiquetadas de gordofóbicas, quienes deciden abstenerse de alcohol y drogas son vistos como aburridos, y quienes prefieren ser selectivos con sus amistades son tachados de asociales. Estos prejuicios reflejan una resistencia cultural al cambio positivo y al autocuidado consciente.

El verdadero amor propio requiere esfuerzo, autocrítica y compromiso. No se trata de aceptar la mediocridad y permanecer en la mentalidad de ser víctimas de nuestras propias circunstancias, sino de aspirar a nuestra mejor versión. Por esto, es crucial reconocer que cuidarnos a nosotros mismos es un acto de amor que trasciende cualquier etiqueta o juicio externo que no viene de una mentalidad pasiva o resignada. (O)

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Faviana González Guerrini, comunicadora social, Guayaquil