La actuación de personas que pertenecen a un grupo de fanáticos se puede vislumbrar a través de sus actividades y desempeño de sus funciones.
Cuando se actúa, políticamente, como autoridad de una comunidad, las personas decentes, conscientes de sus responsabilidades ante la sociedad que los eligió, deben despojarse de sus tintes partidistas y pensar como autoridades de todo el conglomerado. Esto es tener la mente de un político sano.
Pero cuando sus acciones reflejan un tinte partidista, cuando usan el poder para promover a candidatos de su partido, demuestran ya una mente carcomida por el fanatismo, y se alejan de la calidad de dirigentes electos para administrar el conglomerado que lo eligió.
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Hay autoridades seccionales que han dejado ver con claridad que les importa un comino la sociedad y han hecho uso de los bienes de la comunidad para promocionar un candidato: la pregunta es, si así actúan como autoridades locales, ¿cómo actuarán como autoridades nacionales los miembros de ese mismo grupo? (O)
José Manuel Jalil Haas, ingeniero químico, Quito