Desde que Ecuador se separó de la Gran Colombia en 1830 hasta la actualidad, la pobreza económica de su población ha sido el común denominador. Es verdad que en esos años, al principio de la independencia del país, había condiciones muy duras para el desarrollo de la vida; servicios muy básicos como el agua potable y la electricidad eran casi inexistentes en aquel tiempo.
A principios de los 70, la naciente actividad petrolera, principalmente desde que se inicia la exportación de crudo, parecía prometer un cambio en la economía del Ecuador y de su población, pero en el 2023 no se refleja un país próspero con buenos servicios, ni un crecimiento económico al grueso de su población. A lo largo de la vida republicana del país, ha habido muchos gobiernos de distintos colores e ideologías, y si nos centramos a partir del comienzo de las exportaciones de petróleo (desde el inicio de los años 70), la realidad actual nos dice que ninguno de los gobiernos ha hecho las cosas bien, y a las pruebas me remito. Lo que sí tenemos actualmente es una sociedad que ha ido en deterioro, ahora hay un agravante añadido, el tráfico de drogas que ha aumentado el índice delincuencial y de inseguridad a niveles extremos. Hoy por hoy a quienes no tenemos fanatismos ni intereses mezquinos nos da vergüenza y decepción la clase política que existe llena de oportunismos y deshonestidad. Es muy difícil encontrar un ‘actor político’ honrado (a), capaz, que trabaje por los intereses de la población; la tendencia de los que intervienen en política sigue siendo enriquecerse a velocidad meteórica desfalcando al Estado y últimamente, por lo que se ve en las noticias, asociándose a actividades delictivas. El Ecuador del 2023 sigue con muchas carencias, además de las dificultades económicas, debe lidiar con una delincuencia creciente muy peligrosa. (O)
Pedro Javier Triviño Rodríguez, biólogo; Barcelona, España