Hace aproximadamente 20 años, Xavier Benedetti Roldós, impecable editorialista de este Diario de aquella época, escribió sobre Nikolái Gógol; no recordaba su contexto, hasta que por coincidencias que nos suele pasar a los ávidos lectores, leí Almas muertas, novela publicada en 1842 por Gógol, escritor de origen ucraniano, quien realiza una crítica sobre la corrupción y la ineficiencia estatal de la sociedad rusa de la época.
Resulta que de forma fantástica, genial, resumida, casi profética y elegante describe los problemas de Ecuador con precisión de cirujano, relatando de un Estado que no progresa por dos causas específicas, tan solo dos: existe mucho inútil en la administración pública y por la falta de vías. Aplausos para Gógol.
La Asamblea se desgasta –o más bien hipoteca su desgaste porque su credibilidad referente al aporte al país dudo que tenga porcentaje positivo para expresarse – en debates absurdos, llenos de odio, bailes y revancha; el Gobierno se ve envuelto en una pugna interna no admitida como dilema ético al resolver dar o no el paso al costado para que la vicepresidenta pueda asumir funciones durante la campaña electoral. La lista es larga y el espacio corto para expresar los desaciertos de ambos poderes del Estado que en vez de hacer patria, construir nación y en resumen mejorar las condiciones de vida de los ecuatorianos se empeñan en confirmar lo que Gógol escribió hace más de un siglo; mucho inútil en la administración pública es una de las causas para impedir el progreso de una nación.
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En lo que refiere a la falta de vías, es relato de otra historia a la que prometo abordar con posterioridad; pero basta con regresar a ver, no se atrevan a transitarlas si quieren mantener intacto su sistema nervioso, las troncales que atraviesan al país para tener una radiografía que confirme que el atraso de varios recintos, parroquias, cantones y provincias se debe a que las vías casi no existen.
Preguntas abiertas: ¿Está de acuerdo con el aumento del salario básico unificado para el 2025? (O)
El corolario de esta historia es que lamentablemente el destino del Ecuador está supeditado a que la clase política de cualquier tendencia y estirpe se dedique a velar por su pueblo, al cual pertenecen y deben su accionar. También necesitamos vías, aunque asumo que es el mal menor de lo descrito por Gógol. (O)
Martín E. Gallardo, militar en servicio activo, Quito