El 7 de septiembre la OMS conmemoró el Día del Aire Limpio. Nos recuerda que la contaminación del aire mata a más gente que los accidentes de tránsito; nos afecta a todos en todas partes.
La contaminación biológico sanitaria también ocurre en interiores donde pasamos más del 80 % del tiempo. En la pandemia, especialmente grave es la concentración de aerosoles respiratorios, principal forma de contagio de COVID–19. Las medidas ministeriales de mascarillas quirúrgicas y lavado de manos apuntan al contagio por gotas y contacto; error omnipresente en el gremio salud, disfuncional para prevenir contagios de coronavirus por aerosoles. Urge que ministerios de Salud, Educación, Trabajo, Transporte, Cultura y Ambiente, de nuestros países de la región, normen un estándar preventivo de calidad sanitaria de aire interior, apto para COVID–19, consistente en: ventilación continua y mezclada, manteniendo concentración de CO2 bajo 700ppm, medida con sensor NDIR; en su defecto, filtrar continuamente con HEPA o MERV13 o superior todo el aire de cada recinto a razón de al menos 6 recambios por hora. Las cajas Corsi–Rosenthal ofrecen alternativa asequible. Los elementos de protección personal (EPP) adecuados para aerosoles son los respiradores autofiltrantes N95 o FFP2 certificados (o KN95 que no sea pirata). El aire limpio nos debe ser provisto. Los brotes del virus son siniestros de seguridad, no accidentes. (O)
Luis León Cárdenas, ingeniero civil, Peñaflor, Chile