Es muy lamentable lo que ocurre en el Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS), esta institución no tiene ningún respeto por nosotros los afiliados, no tienen nada de empatía estos señores del IESS.
A lo largo de mi vida de afiliada se ha sentido un desinterés total hacia nosotros, a quienes nos descuentan en forma puntual los valores que ingresan a esta entidad donde la corrupción ya es una metástasis, somos 2′874.171 afiliados activos y no podemos levantarnos y protestar por lo que nos corresponde, a lo que tenemos derecho ser atendidos dignamente.
Hace dos días me llené de enojo y era la impotencia de no poder hacer nada, tenía consulta con una especialista, la cual había esperado durante meses. Al llegar después de solicitar permiso en el trabajo, me encontré con una nota en la puerta de la prestadora del IESS donde me hacía atender por más de doce años, en ella manifestaban que cerraban sus puertas y no atenderían por la deuda que mantiene el Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social con ellos.
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La deshumanización en los hospitales del IESS
Los profesionales de estas prestadoras están protestando con justo derecho, pero nada se dice de los afiliados que seguimos confiando y esperando que nos den un servicio de salud digno. Pareciera que se burlan de nosotros los afiliados. He llamado al call center del IESS para tratar de conseguir una cita para medicina general para poder revisar los exámenes que me realizaron y de nuevo me dan cita con la prestadora que está cerrada, revisé en
la página del Seguro y de la misma forma las citas que ofrecen para hoy y los próximos días son en estos lugares donde ya no hay atención. Todo esto debe ser comunicado a los afiliados, ya tenemos suficientes sinsabores con todo lo que hemos soportado.
Suspensión de servicios médicos
Solicito gentilmente que este tipo de situaciones sean dadas a conocer a la ciudadanía, ¿estas personas del call center no conocen de esta situación o qué es lo que pasa?
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Sin embargo, hay algo que me deja más preocupada acerca de esta situación. Mientras esperaba que me vayan a recoger a este dispensario médico, los pacientes que llegaban y les decían que ya no estaban atendiendo salían ligeramente contrariados pero nada más, tomaban la situación con demasiada calma. Realmente nos hemos acostumbrado a que no nos den el trato y el servicio que nos merecemos, hay que elevar nuestra protesta.
Los afiliados debemos ser escuchados y atendidos como es debido. (O)
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Jenny Rueda, Guayaquil
