Me jubilé en mayo de 2022 tras más de 480 aportaciones mensuales, estuve afiliado desde 1976 y gracias a que tuve dos trabajos acumulé esas aportaciones. En el 2005 me diagnosticaron glaucoma, casi pierdo la visión. Con mis recursos, por nueve años me financié tratamiento con especialistas particulares, en el IESS me daban citas para tres o cuatro meses cuando mi caso merecía atención inmediata y permanente.
En mayo de 2014 me liquidaron en donde yo laboraba y debí acudir al IESS para mi tratamiento de cada tres o seis meses de chequeos. Conseguí un trabajo a los cinco meses de mi liquidación laboral. Financié mi tratamiento. Por los aportes de mis últimos quince años que promedian un ingreso mensual superior al tope de la pensión jubilar, estuve recibiendo el máximo de esta. Y por mi profesión, encontré una nueva ocupación con mejor paga. La transparencia que he mantenido en mi profesión hizo que la organización me afilie al IESS. Pero a algún genio de la política o burócrata se le ocurrió que si un jubilado vuelve a trabajar se le reste el 40 % de su pensión. ¿Por qué, para qué?, ¿volveré a ver ese dinero como jubilado asegurado? El gobierno del señor Lasso creó una comisión para reformar el IESS. Los resultados son aumentar los años de aporte, entre otros. ¿Por qué los trabajadores y los jubilados debemos cargar con la irresponsabilidad de gobiernos y funcionarios corruptos que han puesto al borde de la quiebra al Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social? ¿Por qué a los jubilados que podemos trabajar nos reducen el 40 % de la pensión (en mi caso personal es más de $ 680 al mes, más el aporte del nuevo trabajo, bordea los $ 1.000 de descuento), pero a los que mal han administrado y administran al IESS no hay ley que los castigue, tienen jubilaciones de lujo. (O)
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Orlando A. Murillo Carvache, máster en Comunicación, Guayaquil