Ir hacia ciudades inteligentes y sostenibles, el desafío para este nuevo año. Buscar que nuestras ciudades y provincias nos brinden una alta calidad de vida respetando el medioambiente y la cohesión social. Para propiciar a los ciudadanos óptimas condiciones diarias que faciliten sus actividades, ahorrando tiempo y recursos. Además, para lograr posicionar a esa localidad en el concierto internacional de las smart-cities, siguiendo el trend del desarrollo global, con lo cual se atraen el turismo, la inversión y los créditos internacionales.

Son características que reúnen las smart-cities: reducción de emisiones de CO2, energías renovables y ahorro energético, espacios verdes y bosques, incentivo a la movilidad urbana y el transporte público, reciclaje, vivienda ecológica, actividades ribereñas-acuáticas, inmediación del ciudadano a la ciudad, vehículos eléctricos-electrolineras, nuevas plataformas de servicios (Uber, Cabify, AirBnB).

También aplicar las tecnologías de la información y prestar servicios de alta calidad a los ciudadanos favorece que una ciudad se convierta en ciudad inteligente, con costos de inversión muy manejables: plataformas online inteligentes para trámites y permisos públicos, eficiencias en iluminación, sensores para buscar estacionamiento en zonas congestionadas, control del tráfico inteligente.

Algo de esto se ha hecho en el Ecuador dispersamente: el aeropuerto de Guayaquil como el de Tababela obtuvieron su certificación internacional de huella de carbono; el puerto público de Guayaquil se certificó como carbono neutro y embarcó el primer contenedor del mundo con esa logística; al igual que el aeropuerto de Galápagos siendo el primero en Latinoamérica; telepeajes en Quito, y más.

No es necesario iniciar con grandes y costosos proyectos, basta con trazar una agenda de desarrollo seccional a mediano plazo en la cual tanto los gobiernos locales como la empresa privada ofrezcan servicios de calidad a sus ciudadanos y que la población sea consciente de la necesidad de contribuir para conseguir un equilibrio entre el entorno y los recursos naturales. La articulación gobierno local-empresa privada es vital para este fin, con lo cual las alianzas público-privadas (APP) son una herramienta clave que puede aportar recursos y know how. Poco de APP se ha hecho a nivel seccional en el país, siendo una oportunidad dorada para desarrollar ciudades y provincias. Para generar APP en estos niveles, es necesario ganar confianza en el GAD, con un plan de desarrollo local firme y creíble, seleccionando proyectos financieramente viables y con estructuraciones expertas en la materia.

Con los recientes aprendizajes de crisis global, valdría ser creativos y dirigir nuestras miradas al desarrollo y autosostenibilidad desde las ciudades, que hoy enfrentan nuevos retos. Esa es la verdadera modernidad, desde los territorios seccionales hacia lo nacional; una oportunidad para los gobernantes locales.

La propuesta sería que los GAD incorporen estos proyectos en su plan de gobierno, incentivando que las empresas y servicios los apliquen otorgando beneficios o estímulos. Se requiere sí mucha gestión pública y ciudadana. Tiempo de evolución conjunta Estado-ciudadanos. ¿Listos? (O)