Si algo hemos aprendido de la campaña presidencial de EE. UU. es que el problema es mucho más profundo que Donald Trump o Joe Biden. En una de las repúblicas democráticas más antiguas del mundo, minorías políticamente organizadas y una porción importante de las élites están cuestionando todo desde la Primera Enmienda (derecho a la libertad de expresión) hasta el proceso electoral y el Poder Judicial. Por ejemplo, la líder demócrata Nancy Pelosi viene cuestionando la legitimidad de la Corte Suprema y Donald Trump, los procesos electorales desde hace semanas. Acerca de esto último, mi colega Ilya Shapiro explica que los esquemas de manipulación de votos en el sistema electoral estadounidense “son en gran medida imposibles con el Colegio Electoral. Como nadie puede predecir de manera precisa cuál de los estados reñidos determinará el resultado de determinada elección, nadie tiene el conocimiento requerido para crear un esquema de manipulación de votos”. Es importante que ambos candidatos respeten los procesos electorales y las reglas establecidas, imperando así el Estado de derecho.