Corría el año 2005 y un joven ministro de Economía calentaba para entrar a la cancha. Su primera gestión, que quizá debió darnos un indicio de lo que pasaría luego, fue la eliminación del Fondo de Estabilización, Inversión Social y Productiva y Reducción del Endeudamiento Público (Feirep), conocido posterior y despectivamente como ‘los fonditos’. Su argumento: “El Feirep no tiene sentido técnico, ni ético”, dijo Correa. “Los fonditos de liquidez son dizque para guardar la estabilidad, sin escuelas, sin carreteras, es decir, miserablemente estables”. Y la cereza del pastel: “El mejor ahorro es la inversión”.
El Feirep se originó en el 2001, cuando el Gobierno de la época firmó con un consorcio de empresas privadas la construcción del oleoducto de crudos pesados que generaría a futuro mayores ingresos al Estado. Esos nuevos ingresos, en lugar de entrar a formar parte del Presupuesto General del Estado (PGE), debían acumularse en un fondo. El 70 % se utilizaría en la reducción de la deuda pública hasta llegar a un nivel del 40 % del PIB. El 20 % se acumularía como un fondo de contingencia que debía llegar a un máximo de 2,5 % del PIB. El 10 % restante se debía asignar a salud y educación.
Para 2005 el Feirep, que logró acumular $1070,4 millones, fue liquidado y sustituido por una Cuenta Especial de Reactivación e Inversión (Cereps), utilizable a discreción del Ejecutivo. Más de la mitad se fue en gasto y nunca se pagó deuda externa pues, por el contrario, se aumentó en cantidades sin precedentes. Finalmente, la Cereps fue eliminada pasando los recursos al PGE.
En momentos de crisis sanitaria y económica, como la actual, es fácil olvidar que hace poco el Ecuador vivió una larga época de enormes ingresos, producto del alto precio del petróleo. Es justo durante estas épocas de vacas gordas donde ‘los fonditos’ hubieran servido para consolidar las cuentas fiscales, reducir los niveles de endeudamiento y acumular una cuenta de ahorros (que hasta el año pasado se estimaba podría estar sobre los $7000 millones) que sirva para actuar ante un posible escenario adverso como el que vivimos con el terremoto y hoy con el COVID-19.
Más de 80 países consideran estos “fonditos” como lo técnicamente apropiado. Chile creó el Fondo de Compensación del Cobre para acumular reservas cuando el precio internacional se elevaba. Noruega tiene un fondo soberano de los excedentes petroleros.
Sobre el argumento ético: ¿es preferible rifarse los excesos petroleros con terrenos aplanados, refinerías imaginarias, aeropuertos e hidroeléctricas sin operar y con sobreprecios, sobreendeudarse e hipotecar el futuro de los ecuatorianos, poniendo en riesgo gastos necesarios como salud y educación?, ¿es ético que como consecuencia haya que sacarles dinero a los ciudadanos, justo al momento de sufrir catástrofes como el terremoto y el COVID-19?
Los países con “fonditos” como Perú, Estados Unidos y Reino Unido están afrontando esta emergencia garantizando a sus ciudadanos y empresas las ayudas necesarias. El Ecuador podría hoy tener menor deuda externa y con ello mayores recursos líquidos para afrontar esta crisis. Podría contar con hospitales totalmente equipados y un fondo de contingencia para que la dificultad en esta crisis no sea la falta de recursos. (O)