Hace más de una década regresaba a Guayaquil luego de haberme alejado por varios años. Buscaba espacios culturales que me permitieran reconectar con mi ciudad. Encontré al MAAC de ese tiempo que ofrecía actividades bien planificadas que podían seguirse fácilmente a través de un boletín periódico que presentaba los eventos del mes. Así descubrí el Cerro de Cuentos, un encuentro internacional de narradores orales o “cuenteros”, y me fascinó. Cual niña quedé absorta ante las narraciones de artistas de diferentes partes del planeta que me transportaban a mí y a todos los que asistíamos a parajes lejanos, a aventuras mitológicas o terroríficos escenarios de duendes o fantasmas. El redescubrimiento fascinante de que nuestra imaginación puede recrear los más fantásticos escenarios y emociones a través de la narración, me subyugó; esa maravillosa imaginación a través de la cual cada uno pondremos colores brillantes u opacos, vibrando tanto como nuestra creatividad y sensibilidad nos lo permitan.

Así descubrí a Corporación Imaginario y a Ángela Arboleda, una becaria de Miguel Donoso Pareja que, entre todas sus actividades artísticas se dio a la tarea de impulsar en nuestra ciudad y en el país la narración oral y, sobre todo, la tarea de rescatar la tradición oral a través de recorridos por las zonas rurales, en el campo, ahí donde se recogen historias de lo cotidiano que fascinan. El Cerro de Cuentos se convirtió en una maravillosa tradición para aquellos quienes amamos la lectura y nos hubiera fascinado de niños tener aún más contacto con ella. Sí, la narración oral despierta en los niños la fascinación por leer.

Ángela es alguien que estimo como amiga, pero también respeto infinitamente como profesional y luchadora, porque al igual que todos los artistas decidió tomar la ruta difícil, aquella de valientes que escogieron el arte y la cultura en países en los que aún siguen siendo actividades relegadas.

El Cerro de Cuentos, que tuvo apoyo municipal por varios años, no va más, nuestro Municipio anunció que no hay recursos. Para Ángela como artista no será un problema, continuará sus recorridos por importantes festivales de oralidad en Colombia, Venezuela, Uruguay, Argentina, México, Cuba, Costa Rica, España, Francia; es una pérdida para nuestra ciudad, nuestra cultura. Otras ciudades adoptarán tal vez el Cerro de Cuentos, llamado así en honor a nuestro cerro Santa Ana, afianzando la enraizada creencia de que a Guayaquil no le interesa el arte…

No escribo como amiga, escribo como persona convencida de que el arte humaniza y dulcifica las emociones. Investigaciones muestran consistentemente que los programas de arte y cultura son eficientes en la reducción de violencia porque expanden la capacidad de empatía, crean conexión social y una identificación con la comunidad, fomentando así actitudes que conducen a una reducción en el comportamiento agresivo.

Señora alcaldesa, no sé si leerá este texto, pero el privilegio de contar con este espacio de letras en el que no pretendo tener la verdad o la razón, me permite expresarle la comprensión de la necesidad de recortes económicos, pero también la preocupación de que el arte y la cultura sean siempre las primeras víctimas cuando deberían ser una prioridad. (O)