Al parecer, los correístas y los nuevos anticorreístas no pueden ni podrán tomar distancias unos de otros, pues están íntimamente ligados. Me refiero a los adeptos del expresidente Correa y del actual presidente Moreno. A los primeros los tildan de corruptos e ineptos; y a los otros, de cuánticos, inútiles e incapaces. Son los mismos que antes comieron en la misma “mesa servida” del gobierno anterior, por lo tanto, compartían juntos los cumpleaños de sus jefes con cantos, bailes, mariachis, artistas nacionales y extranjeros, etc. El denominador común era ver jóvenes ministros y altos funcionarios que festejaban animadamente. Lindas épocas del “correato”, en plena década perdida. Estos personajes eran defendidos a capa y espada por el mashi, cuya honestidad estaba asegurada ya que, según el exmandatario, eran mentes lúcidas, manos limpias y corazones ardientes. Correa se ufanaba de sostener que ellos representaban la refundación de la República y que dejaba atrás ese “viejo país” de la partidocracia. La realidad demostró lo contrario.
Todavía retumba en los oídos de los ecuatorianos cuando el exvicepresidente Glas inauguró la repotenciación de la refinería de Esmeraldas en agosto del 2015, diciendo: “Lo hicimos”… “Entregamos una planta con el 110% de operatividad”, etc. … con mucho énfasis y orgullo al ministro de Petróleos y al gerente de Petroecuador de esa época. Los abrazos y las congratulaciones mutuas eran evidentes entre funcionarios correístas. La realidad demostró lo contrario. La verdad está saliendo a flote, pero no hay resultados efectivos para recuperar tanto despilfarro. La justicia camina lentamente.
Por otro lado, los miembros del nuevo “anticorreísmo” o leninismo no pueden tomar distancia. Los actuales llegaron con el apoyo de los anteriores. Son casi hermanos gemelos aunque lo nieguen. Son nacidos de un mismo vientre. Por tal razón, algunos altos funcionarios del gobierno anterior se mantuvieron buen tiempo en el actual régimen. Después se fueron alejando poco a poco, pero sus presencias fueron evidentes. Recordemos que al inicio del presente régimen estuvieron algunos funcionarios que fueron reemplazados por sugerencia del líder de la derecha ecuatoriana. Por eso, cuando se pide “descorreizar” o eliminar a los correístas remanentes –todavía incrustados en ciertos niveles de la administración pública–, no encuentro la manera de hacerlo porque sería una contradicción. Cuando se insultan o denigran entre ellos, ¿será de verdad? ¿Cómo se pueden ir los que nunca se han ido? Esto es un asunto muy complejo. En una simple mirada por instituciones oficiales se evidencia la presencia de correístas que responden a sus exjefes, sus mandos medios son los que saben, negocian, deciden y finalmente se imponen. Situación que no ocurre cuando los altos funcionarios de Lenín no tienen ese privilegio.
No alcanza el espacio para dar algunos ejemplos, próximamente lo haré.
Al inicio del Gobierno estaba convencido de que con Lenín habría cambios. Ahora no. Es evidente que funciona el refrán “Todos para uno y uno para todos”. (O)