Digo igual que muchos lectores y todos los ecuatorianos honrados que no somos políticos ni funcionarios de Estado que tienen seguridad, guardaespaldas (a políticos pillos y corruptos de ambos sexos los protegen con chalecos a prueba de balas): no podemos vivir en Guayaquil y en Ecuador dado que los delincuentes, los violentos, los asesinos y los narcos ganan terreno a los habitantes del país.
Dios salve al Ecuador. No vemos nada para poner fin, he dicho fin, a estos monstruos.
Déjense de promesas, reunioncitas; autoridades, saneen las instituciones de seguridad y las calles.(O)
María Celeste de Salvatierra,
Guayaquil