El Estado debe tener un tamaño mínimo que le permita legislar exclusivamente.
El Estado no debería tener la función equívoca que se maneja en Latinoamérica de administrador de negocios.
Los negocios pertenecen única y exclusivamente a la empresa privada. Al pertenecer a la empresa privada deben ser eficientes, rentables y capaces de una sana competencia, si no quiebran.
Al no existir negocios estatales, incluido el petrolero, telefónicas, hidroeléctricas, carreteras, etcétera, se acaba la posibilidad de negociados en esas empresas y el consiguiente botín político.
El ingreso del Estado debe ser única y exclusivamente tributario.
Si el Estado ingresa 100, debe tener un tamaño que requiera solo 15% para cubrir sus necesidades y el 85% restante debe ir a inversión en obra pública. El modelo latinoamericano socialista ingresa 100, gasta 500 y por ende endeuda y compromete el futuro del país.
Debemos dejar atrás estos sistemas retrógrados de administración pública y dar paso al mejor subsidio de todos: la generación de empleo e inversión a manos de la empresa privada con las debidas seguridades para el inversionista. Esto incluye un régimen tributario atractivo con incentivos para la generación de riqueza, un régimen laboral sin prebendas para la ineficiencia, un sistema jurídico que atraiga la inversión.
Demos paso al futuro, cambiemos nuestra manera de pensar para cerrar las puertas al socialismo y sus sistemas parásitos y corruptos. (O)
Ruy Quevedo,
Guayaquil