No sería exagerado afirmar que la poeta griega Safo prácticamente inventó lo que hoy conocemos como poesía lírica, es decir, aquella expresión de la palabra que muestra la interioridad de los sentimientos. Safo era muy conocida por cantar sus propias composiciones, acompañada de su lira. La música se ha perdido; de sus letras nos quedan unos cuantos poemas y muchos fragmentos que han sobrevivido en papiros o citados por otros autores. La vida de Safo transcurrió hacia el final del siglo VII y el temprano siglo VI antes de Cristo, casi cien años después de que Homero compusiera la Ilíada.
La invención de Safo es radical, pues el nacimiento de la literatura en Occidente –con la Ilíada– pone en el centro los valores de los hombres que van a la guerra. En cambio, Safo se empeña en mostrar la importancia de las emociones y los sentimientos humanos. Ella nos ha legado poderosas líneas que conmueven por su capacidad de iluminar una visión íntima de lo afectivo y, por tanto, del eros. De tan sensibles y abarcadores, aun en el estado fragmentario en que se encuentran, sus versos perduran en la imaginación: “No creo poder tocar el cielo con las manos” (en la traducción de Pau Sabaté).
El escritor Ezra Pound aconsejaba esto a los jóvenes poetas: “Si quieres el meollo, recurre a Safo, Catulo, Villon”. En Safo lo amoroso define su modo de entender la vida. La poeta canadiense Anne Carson ha recordado que Safo fue la primera en llamar “dulce-amargo” a Eros, ese demonio-deidad que atormenta y premia a los humanos. Cualquier visión del amor como una contradicción permanente proviene de la observación de Safo. En ella, la pasión (en la traducción de Aurora Luque) “deja el cuerpo lánguido” y “Eros ha sacudido mis entrañas/ como un viento abatiéndose en el monte/ sobre las encinas”.
Sabemos muy poco de Safo, la persona; en todo caso, llegó a ser muy apreciada por su comunidad en Mitilene, capital de la isla de Lesbos: conocemos que una moneda se acuñó con su efigie, lo que da cuenta del orgullo local que tenían por la mujer poeta que también fue pedagoga. Proveniente de una familia acomodada y aristocrática, ella se movió en la convención cultural de su tiempo en la que hombres y mujeres participaban de una naturaleza heterosexual y homosexual a la vez. Dijo: “No sé lo que persigo: mi mente está partida en dos”.
¿Debe apreciarse más la guerra o el amor? La elección de Safo: “Dicen unos que una tropa de jinetes, otras la infantería/ y otros que una escuadra de navíos, sobre la tierra/ oscura es lo más bello; mas yo digo/ que es lo que una ama”. Así habla de la plenitud: “Viniste e hiciste bien, porque yo te deseaba;/ me refrescaste cuando ardía de pasión”. Odiseas Elitis, poeta griego Premio Nobel en 1979, dijo: “Que se me perdone si hablo de Safo como de una contemporánea mía. En la poesía, como en los sueños, no envejece nadie”. Safo brilla en vitalidad: “Yo amo la delicadeza. Esto,/ el amor reluciente por el sol, y la belleza,/ me han tocado en suerte”. (O)