Cristo vivifica, une, guía a la Iglesia; comunidad que camina, cayendo y levantando, en medio de gozos, angustias y esperanzas humanas.

Encarga la dirección del sínodo, es decir, del caminar juntos en fidelidad a Dios y al hombre a una comunidad de doce, encabezados por Pedro.

Pedro, hoy Francisco, ha reunido en sínodo a representantes de los otros, los once, para, acompañados por jóvenes seglares, descubrir el plan de Dios hoy, en el mundo en permanente camino.

Jóvenes seglares participaron en el descubrimiento de las luces y sombras de hoy y de aquí, que arropan el plan salvador de Dios. Jóvenes han expresado desde su realidad la imagen de Iglesia, en cuya realización se empeñan.

Ofrezco un resumen (uno de tantos posibles) de los 167 puntos del documento final:

- Los jóvenes piden que en las comunidades eclesiales haya más luminosidad, transparencia y alegría.

-Al mismo tiempo rechazan la mediocridad, la presunción y la corrupción de algunos miembros –también pastores– de la comunidad.

-Los participantes en el sínodo son enfáticos en señalar la necesidad de mayor preparación permanente de ministros de la Iglesia; la falta de esta preparación es notable a la hora de acercarse y de acoger a los jóvenes.

- La homilía, servicio aparentemente sencillo, al alcance de muchos, debe ser suficientemente preparada, para proponer breve y vivencialmente en comunidades actuales a Jesús, camino, verdad y vida.

-Los seglares, particularmente los jóvenes, deben ser teórica y concretamente sujetos miembros vivos, no solo objetos de la vida de la Iglesia.

Hay expresiones de participación de laicos, como los diversos movimientos de apostolado. Los laicos deben ser más influyentes, como sujetos que pueden dar un aporte propio.

-Los jóvenes necesitan y aceptan ser acompañados, pero no aceptan ser dirigidos, suplantados, pues solos pueden acoger la luz del Evangelio, adecuadamente presentada y proyectada en la realidad.

-La mujer da un aporte vital en el camino diario de la Iglesia. Un rescoldo de machismo tiende aún a dificultar su aporte en tareas de decisión. La presencia de la mujer en algunos órganos de dirección eclesiales es aún débil. - Se requiere una renovación de la mentalidad del clero. La participación de la mujer, también en determinadas decisiones, fue notable en momentos de la historia de la vida de la Iglesia. La participación de la religiosa dificulta burocratizar el servicio de la Iglesia.

La experiencia enseña que la participación de la mujer en órganos eclesiales amplía el campo del servicio de la Iglesia; lo hace más cercano y vital.

-La aceptación, más aún, el fomento de la participación en la guía de la vida de la iglesia, se prepara también en la formación del clero.

-Hay experiencias positivas del aporte de la mujer en la educación antropológica de la afectividad. Con esta educación el trato entre personas de diverso sexo conserva su naturalidad.

-Las personas LGTB no quedaron al margen en este sínodo. Los obispos recomendaron acompañarlas respetuosamente en la lectura de su propia historia y de su aporte libre y responsable en el mundo y en la Iglesia. (O)