En la investigación que realicé para escribir este artículo, encontré que para la palabra matar existen en el Diccionario de la lengua española diecisiete usos adicionales a su primera acepción, que es quitar la vida a un ser vivo.
El segundo y el octavo aportaron justamente lo que buscaba: hacer que algo deje de estar presente, como matar el hambre o el aburrimiento; y, ocuparse en algo para tener la sensación de que el tiempo se hace más corto.
¿Recuerda usted alguna ocasión en que haya tenido la necesidad o el interés de matar el tiempo?
El sacerdote, misionero francés P. Luis López Lescure, de grata recordación, sola utilizar la expresión “¡Curiosa es la vida!”.
Mientras algunas personas se desesperan porque el tiempo no les alcanza para realizar lo que se han propuesto, hay otras a quienes les sobra, se aburren, les parece que no tienen nada que hacer, se incomodan, se irritan y a veces reaccionan mal consigo mismo, incluso produciéndose daños, y no se diga con quienes están en su entorno.
Desde pequeños los seres humanos hemos de ser orientados y educados, en un proceso continuo, respecto del conocimiento de nuestros deberes y derechos, tanto en el hogar como en los centros de formación colectiva: religiosos o laicos.
Hay que inculcar, desde la infancia y en forma apropiada y ascendente, no solamente los privilegios que ha de gozar toda persona, sino también, incluso explicados como contrapartida, los deberes que debe cumplir, para lograr armonía y justicia en las relaciones intrafamiliares y luego comunitarias, de tal forma que no haya recriminaciones por preferencias o privilegios injustificados.
Un tema sensible, muy sensible, es la enseñanza del uso del tiempo del que disponen cada una de las personas que integran la familia.
¡Ojalá se cuidara mejor este aspecto de la formación! ¡Cuántas penas y sinsabores se ahorrarían!
Siempre debe existir una proporción adecuada en la distribución del tiempo para atender las propias necesidades y también las de las comunidades a las que pertenecemos: familia, vecindario, parroquia, centro de estudios, club deportivo, lugar de trabajo, sindicato, partido o movimiento político.
A veces esto es omitido o no se tiene una buena estrategia para lograrlo y atender adecuada y oportunamente cada una de las responsabilidades que nos asignan o nos hemos impuesto, por propia iniciativa.
¿Nos falta esa formación social integradora que nos prepara y conduce a una sabia utilización del tiempo?
¿Será eso lo que debemos revisar y corregir para no ser integrantes de los batallones de personas que se aburren y no saben ni siquiera cómo “matar el tiempo”?
Es triste escuchar la expresión “¡He perdido el tiempo!”.
¿Se puede acaso recuperarlo o solo podemos redistribuir el que nos queda para lograr hacer lo que no hicimos?
¿Acaso matamos el tiempo vanamente en perjuicio de lo que tenemos que realizar oportunamente?
¿Nos hemos cuestionado sobre este importante tema? ¿Conviene que lo hagamos?
¿Sería tan amable en darme su opinión? (O)