En las aulas universitarias aprendí de los escolásticos que para entendernos hay que definir el significado de las palabras. Si no se las define, los integrantes de la sociedad conversan, sin dialogar. O ninguno entiende todo o parte de lo que oye y lee, o cada uno entiende lo que quiere entender: confusión, raíz de conflictos.
Recojo algunas raíces de actuales confusiones y parapeto de intereses:
Progreso, progresismo. Estas palabras en sí mismas significan caminar hacia adelante. Si no se señala el lugar u objeto al que se quiere llegar, la palabra progreso queda rimbombante, pero indefinida. Cada uno la entiende de acuerdo con su ideología o conveniencia. Es vana la pretensión de dar contenido solo con adjetivos, sin predefinir el sustantivo.
Derecha, izquierda. Estas palabras, que originariamente indicaban el lugar destinado en la sede del Parlamento inglés (para nobles, tories, derecha; para comunes, izquierda), tienen hoy un significado que hay que precisar: conservador - progresista. ¿Qué conserva? ¿Hacia dónde, o a lograr qué hay que orientar los pasos para ser progresista?
Más aún, se requiere precisar lo que se conserva, o el punto de referencia, para calificarlo. Por ejemplo, la propaganda de centros nacionales e internacionales de poder califica irresponsablemente el aborto como “progreso”. ¿Tienen en cuenta que –según la ciencia– expulsar un óvulo fecundado (y anidado) es matar a un ser humano no desarrollado, indefenso y sin responsabilidad alguna en ser concebido? Despreciando lo que dice la ciencia, cubren el asesinato (la palabra es fuerte) con exigencias demográficas, económicas y, por supuesto, con un concepto del sexo humano, meramente animal. Ambigüedades como esta sirven a los intereses de los más fuertes y deshumanizados.
¿Qué causa la ambigüedad en nuestras relaciones?
1) Algunas causas inmediatas:
-La pereza de pensar (pereza de los loros) que tiene diversas manifestaciones. -Superficialidad, que puede definirse como hablar de todo, evadiendo decir algo. -Tragar sin masticar lo que vemos o leemos. Algunos medios nos dan ya hecha la respuesta a la problemática diaria. La propaganda tiende a suplantar el pensamiento personal. -Reducir toda la realidad a una parte de la misma: la reducción de la realidad a una parte es una característica de esos dirigentes deshumanizados de los partidos. Algunos políticos de partido ponen tanto énfasis en esa parte que la presentan no solo como parte importante, sino como la totalidad. Es comprensible el énfasis en una determinada parte de la realidad, para defenderla. -Cambios de partido. Los cambios de un partido a otro son causados generalmente por intereses materiales, no por ideas. A veces no hay cambio de ideas, porque no hubo ideas.
2) Causa mediata: la educación de colegio, escuela, de hogar (que no todos tienen). Llaman a la puerta. Papá ordena mentir: “Diles que no estoy en casa”.
Qué difícil es pensar y expresar con prudencia y sinceridad lo que pensamos. Prudencia y sinceridad abren a las personas a la sociedad y miden su concreto valor.
Una educación aprisionada en sectarismos, como el que rechaza la dimensión humana religiosa, adoba la innegable corrupción en todos los estratos. (O)