Tierra arrocera del Ecuador. En mis investigaciones realizadas a través de libros, de su gente y también de largos recorridos por sus campos he buscado descubrir e interpretar no solo los bosques originarios, sino también la necesidad por desempolvar la historia y la urgencia por rescatar los valores que hemos perdido.

Adicionalmente a lo que la mayoría de gente conoce, Samborondón es más que tierra agrícola y ganadera, es un cantón que fue muy conocido en la época de la colonia por su destacada alfarería y trabajos con barro, como también por su pesca de agua dulce de corvinas, bagres, bocachicos, dicas, camarones de agua dulce (deliciosos por cierto), entre otros. Investigando encuentro una maravillosa historia que a medida que voy conociendo me entra la desesperación por compartirla y contarla.

Llevo algún tiempo queriendo armar esta columna sobre este rincón del país que se ha convertido en mi hogar. Veo, luego de mi pequeña exploración, que hay tanto por hacer, tanto por exhibir al Ecuador, ¡tenemos un tesoro hibernando! Más allá del montón de preguntas que siempre inundan mi vida sobre el mundo que nos rodea, está mi determinación y compromiso de actuar por lo que me apasiona por mejorar mi medio, y hoy esa acción está por conectar a esta esencia rural con las vidas urbanas. Es que nos debemos esta conexión, nos debemos esta relación con el espacio que hemos “invadido” para desarrollar y construir nuestras familias. No podemos continuar viviendo vidas separadas, tenemos que ser una cadena, un solo pueblo.

Nuestros objetivos como habitantes de esta zona deben ser promover la cultura ancestral, explotar la alimentación tradicional y resucitar las distracciones sencillas que han enriquecido la cultura de los samborondeños desde hace más de tres siglos. Hoy, sin embargo, enfrentamos un gran desafío, el tráfico, ciudadelas amuralladas, altas velocidades y una línea recta llamada avenida Samborondón. Estos factores nos han impedido correlacionarnos con otros y nos hemos encerrado en una “burbuja” (nada para enorgullecerse). En lo personal, después de insistir durante años por veredas, ciclovías y ordenanzas que nos protejan y que impulsen el bienestar integral del habitante urbano de la parroquia La Puntilla, finalmente y con la participación de varios actores, hemos logrado cristalizar una productiva alianza con la Alcaldía de Samborondón que beneficiará a miles de habitantes de esta parroquia.

Y es así como debe ser, los ciudadanos no debemos culpar o limitarnos a criticar las decisiones políticas, No, todo lo contrario, tenemos que participar activamente y aportar con nuestros ideales para poder construir juntos las ciudades que merecemos. Debo reconocer y agradecer la apertura de la Alcaldía de Samborondón y su predisposición por incluirnos en los diferentes proyectos de arborización y de movilidad.

Un nuevo Samborondón se construye, y esto es gracias al aporte de todos. (O)