Después de todas las evidencias que se van desvelando sobre las atrocidades cometidas por el régimen del expresidente Correa, ya nadie puede dudar del inconmensurable daño que ese personaje causó a nuestro país y de lo apremiante que resultaba iniciar las tareas para su rescate, sin embargo, se cumplió ya el primer aniversario de la asunción del nuevo Gobierno y apenas si empezamos a vislumbrar las primeras acciones coherentes con el ansiado cambio.
Todo este tiempo que el Gobierno tardó en delinear sus acciones para la rehabilitación nacional, algunos lo calificamos como inconveniente porque la reconstrucción del país necesitaba cambios urgentes, otros consideran que el tiempo fue prudente porque se invirtió en la estabilidad política necesaria para instaurar dicho cambio; pero más allá de si fue una acción inconsecuente o no, lo importante es que ahora ya se nota la decisión de corregir el rumbo tomando acciones trascendentes que permitirán reivindicar la situación económica, política, legal y social del país.
La extraordinaria labor que está realizando el Consejo de Participación Ciudadana transitorio ha sido realmente determinante para recuperar la credibilidad en el Gobierno y en las instituciones del Estado, lo que ha generado tranquilidad en la ciudadanía y un fervoroso impulso al sector productivo que espolea el restablecimiento de las actividades económicas. El Ministerio de Comercio Exterior, el de Turismo y el de Industrias fueron los primeros en concretar labores plausibles enmarcándose en el camino correcto, después llegó el cambio de timón en el Ministerio de Economía y entonces la aguija se multiplicó en proporciones geométricas tanto para el resarcimiento del aparato productivo nacional como en la confianza y apoyo de la población.
Sin embargo, no podemos dejar pasar que hay muchas cosas que todavía no han sido corregidas, y a pesar de que el sendero de la restauración ha sido encontrado finalmente, es necesario sumar muchas vertientes a este ejercicio restablecedor convertido en un verdadero torrente. Entre los sectores que esperan su resurgimiento está por supuesto el agropecuario, que a pesar de reunir las dos terceras partes de la población económicamente activa, ha sido ignorado y hasta vilipendiado por los gobiernos de los últimos cincuenta años, incluido el actual, hasta ahora.
Lo extraño es que el sector agropecuario, aquel que todos los gobiernos sin excepción vociferan pretender ayudar e incluso representar, todavía no ha sido incluido entre las plataformas que necesitan reestructurarse porque el Gobierno no implementa los cambios necesarios para su transformación. Y es que la transición debe iniciarse con la incorporación de autoridades competentes para la actividad representada, con ejecutivos que tengan afinidad profesional con la agropecuaria, que es la responsabilidad de esta cartera de Estado.
Señor presidente, la agropecuaria tiene características muy particulares que no pueden ser reconocidas por profesionales de otras ramas; ya hemos sufrido los fracasos recurrentes cuando se confió esta responsabilidad a ministros con distintas profesiones. La agropecuaria se desarrolla con seres vivos, cuyas respuestas son misceláneas y no pueden interpretarse como una fórmula matemática, por eso necesitamos un ministro de Agricultura que tenga formación, conocimiento y experiencia en esta noble actividad, que por ser noble no deja de ser apasionante pero intrincada. (O)