“La Cuarta Revolución Industrial está cambiando todo, desde la forma en que nos relacionamos entre nosotros, la forma en que funcionan nuestras economías, hasta lo que significa ser humano. Debemos dar forma al futuro en el que queremos vivir”, Foro Económico Mundial –reciente reunión anual–.
Con la consulta popular que resultaría 2/3 partes por el Sí, se catapultará políticamente el Gobierno. Con ello nos toca ya en serio sentarnos a trabajar en la economía. Es claro que las finanzas públicas no tienen ya aliento para impulsar la economía por sí solas.
Hoy con un panorama político claro, desde la sociedad civil debemos incidir ya en lo económico. Renunciar a posiciones sectarias que exijan sordamente cumplir con lo que se propone. Tampoco cabe seguir estancados en las tradicionales recetas de endeudamiento del fisco vía bonos y petróleo. Nos toca ser creativos, con posiciones equilibradas y socialmente responsables, con un diálogo efectivo que ceda posiciones para salir de la severa crisis que arrastramos.
Evidentemente se necesita inversión y es esta la clave. La economía se desarrolla con inversión. Asociaciones del Estado con el sector privado, en las que este toma a su cargo servicios e infraestructuras públicas, aliviando gastos. Estas son las alianzas público privadas (APP). Existen en el mundo desde el siglo pasado y en el Ecuador hace más de veinte años aeropuertos de Quito y Guayaquil, la carretera Panamericana, el puerto de Guayaquil, agua potable de Guayaquil. Con la actual Ley de APP del 2015 se les dio un nuevo impulso a estas figuras que básicamente son concesiones, facilitándoles beneficios tributarios. Algunos proyectos estaban en cocción y coincidieron con la vigencia de esta Ley: los puertos de Posorja, Puerto Bolívar y Manta.
En los países latinoamericanos la inversión extranjera directa (IED) pasó del 6% de los flujos globales (1990) al 32% en 2015. Esto ha obedecido a estrategias y políticas exitosas de inversión. Lamentablemente no ha sido la realidad ecuatoriana.
Es equivocado pensar que la atracción de IED va solamente por el lado de incentivos tributarios y nuevas leyes. Se necesita una estrategia nacional coherente tanto del sector privado como del Gobierno, para generar condiciones favorables y atractivas que llamen inversores: clima de negocios, estabilidad regulatoria, el rol de las alianzas público-privadas, acuerdos internacionales de inversión, esto es, implementar políticas exitosas de inversión.
Nuevas leyes no resuelven el problema de la falta de inversión, sino mejorar el ambiente para atraerlas. Ecuador tiene el puesto Nº 118 en el ranking económico ‘Doing Business 2018’ del Banco Mundial. Por esto, debemos trabajar en crear condiciones que faciliten la inversión: destrabar tanta exigencia, formulario, reporte, control al inversor. En abolir leyes, reglamentos y procesos, no en crear otros adicionales. Simplificar ese babel de viacrucis.
Del lado del Gobierno, las señales de apertura inclusiva a dialogar, los acercamientos a diversos sectores y la predisposición a ajustar un modelo económico caduco e injusto también son señales positivas. Valdría incorporar al equipo económico perfiles de primer nivel, enviando señales de confianza. Una reducción progresiva del aparato estatal, acompañada de la racionalización de empleados en el sector público y búsqueda de su reinserción en el sector privado, también daría señas de un cambio favorable y atractivo.
Debemos dar forma al futuro en el que queremos vivir. Estabilizado lo político, toca concentrar esfuerzos en sacar adelante lo económico. Es una responsabilidad compartida. (O)